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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

De Núremberg a hoy

HACE HOY medio siglo, el 20 de noviembre de 1945, se celebraba la primera sesión del juicio de Núremberg, el primero en la historia que contemplaba una nueva tipología delictiva: los crímenes contra la humanidad. Las audiencias concluyeron 11 meses después con la condena de los principales líderes nazis capturados vivos.La guerra desencadenada por el régimen de Hitler tenía características diferentes a todo lo conocido en la historia. No sólo por la locura homicida del nazismo fue diferente la II Guerra Mundial. En el curso de la misma, Adolf Hitler erigió en objetivo primordial de su régimen el exterminio de todo un pueblo, el judío, y la subyugacion de otros. Y convirtió, además, el racismo, llevado a su extremo más inimaginable, en un eje central de política de conquista. La guerra no tenía por objeto sólo la conquista territorial, sino también, y en especial en el este y centro de Europa, la creación de lebensraum, (espacio vital) para la expansión del pueblo alemán en regiones deshabitadas tras la deportación o liquidación de sus moradores.

Núremberg estableció cuatro nuevas categorías de crímenes: 1) Crímenes contra la paz, o la guerra como instrumento de conquista; 2) Crímenes contra la humanidad, entre ellos el genocidio; 3) crímenes de guerra, la vulneración de las normas internacionales en el enfrentamiento bélico, y 4) la actividad criminal desarrollada para cometer los delitos anteriores.

Hasta entonces los vencedores de cualquier clase de conflictos habían impuesto a los derrotados paces cartaginesas, pago de reparaciones, desmembramiento u ocupación de sus territorios. Pero nunca habían establecido una normativa por la que la comunidad internacional asumía el derecho de juzgar a los vencidos por la naturaleza criminal de sus métodos y objetivos de guerra. Además de cargar con las consecuencias de su derrota, los mandos de los vencidos y responsables de aquellos crímenes jamas vistos habían de ser juzgados y sometidos al oprobio universal. Las imágenes de los campos de exterminio habían convencido al mundo de la necesidad de un juicio ejemplarizante para las generaciones futuras.

La condena conllevaba la justificación de una ocupación indefinida de las naciones incriminadas, que impidiera la resurrección de las intencione criminales. Hoy Alemania constituye una realidad muy diferente de aquel Estado en ruinas, devastado legado de los crímenes de Hitler. El mundo ganó con la catarsis que se inicio con Núremberg. Al horror generado por la barbarie nazi tenía que corresponder una justicia de características planetarias.

Hoy, que el mundo es testigo una vez más de crimenes de guerra atroces, sólo es de desear que la ejemplaridad de entonces pueda volver a manifestarse con la justicia aplicada desde el Tribunal de La Haya contra aquellos que han desafiado de nuevo a la comunididad internacional, recurriendo a la barbarie y al genocidio para lograr sus objetivos bélicos.

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