Censura

Me asomo al teclado del ordenador para escribir esta columna como quien se asoma al túnel del tiempo y a las mezquindades de un pasado mostrenco. Verán, resulta que en la Comunidad Valenciana hay un libro de texto para la clase de lengua de tercero (14 y 15 años) que se titula Per a argumentar y que, como su nombre indica, consiste en una serie de lecturas diversas que fomentan el debate entre los alumnos. Pues bien, yo no sé si al final los chicos debatirán el libro, pero por lo pronto los mayores han montado una auténtica bronca. Sobre todo Villalonga, el conseller de Cultura y Educación del PP, que a lo que parece es un mayor muy mayor, y no hablo de edad, sino de talante, porque se diría que el tal señor es predemocrático, y puede que incluso prerromano, y casi estoy segura que prehistórico.Y es que el mentado Villalonga ha prohibido el libro, así, como suena. Entre otras lindezas impagables, los informes de la consellería consideran que el volumen "reclama de forma inadecuada la igualdad entre los sexos" y "no fomenta la igualdad por la integración de los dos géneros, sino por la negación o el enfrentamiento (planteado de forma velada)". Habiendo demostrado tan enorme sutileza para desentrañar las veladuras, no me sorprende que también les fastidie, por ejemplo, la inclusión de un fragmento del Manifiesto comunista (en el capítulo dedicado a las utopías y junto a trozos de Peter Pan o de Los viajes de Gulliver). Conclusión, esos textos son "contrarios a los valores éticos y morales de los alumnos": cuando mentes tan restrictivas hablan de moral me entran sudores fríos. ¡Y pensar que al frente de semejante disparate está un consejero de Cultura (una los cree, espejismos de la propia palabra, más cultivados)! Un señor que prohíbe libros no es el mejor ejemplo de la tan prometida modernidad del PP. Que lo reciclen.