Un gigante con pies de petróleo
Colonia británica hasta comienzos de los años sesenta, Nigeria, el país más poblado de África, con 90 millones de habitantes, ha tenido desde entonces una historia plagada de sobresaltos militares. El petróleo que se almacena bajo el delta del río Níger, la principal riqueza del país, ha sido también el principal culpable de los episodios violentos que ha vivido Nigeria, sacudida por una Feroz guerra civil entre 1967 y 1970, cuando la región de Biafra intentó la secesión.En los últimos 12 años, Nigeria se ha visto envuelta en una historia de asonadas militares, de las que el general Sani Abacha ha sido cerebro gris en la mayoría de los casos, aunque hasta 1993 su protagonismo no había superado el segundo plan
Las turbulencias políticas del país han sido aceptadas sin mayor problema por los Grobiernos occidentales, algunos de los cuales, como Estados Unidos, tienen a este país como uno de sus principales suministradores de crudo.
La mitad de las exportaciones petrolíferas de Nigeria viajan rumbo a Norteamérica, el restó es adquirido mayoritariamente por España, Francia y Alemania. Los sucesivos regímenes militares han demostrado su brutalidad., corrupción e ineficacia a lo largo de los años, si bien muchos observadores aseguran que el general San¡ Abacha hace buenos a la mayoría de sus predecesores.
Abacha ha tenido que enfrentarse a la creciente amenaza del Movimiento por la Supervivencia. del Pueblo Ogono, conocido como MOSOP, que lucha por los derechos de la minoría ogoni, asentada, junto a otros grupos étnicos nigerianos, en el delta del Níger. El movimiento MOSOP adquirió una virulencia desconocida a partir de 1990, cuando el escritor Ken Saro-Wiwa (ejecutado el viernes por el régimen militar) se puso al frente del grupo.
Saro-Wiwa reclamaba protección para el medio ambiente en una región en la que la explotación de los recursos petrolíferos, a cargo de compañías extranjeras, principalmente la anglo-holandesa Shell, ha causado estragos difícilmente reparables. La minoría ogoni (medio millón de personas) encontró en el escritor al líder fuerte que necesitaba.
En 1993, fecha de las últimas elecciones generales en Nigeria, Saro-Wiwa lanzó una agresiva campaña de boicoteo destinada a defender el derecho de la tierra de los ogoni a la secesión.
El Gobierno federal reaccionó con violencia ante la posibilidad de que la zona más rica del país pudiera quedar fuera de su influencia. Centenares de personas fueron asesinadas y decenas de pueblos quemados en una campaña militar que el Gobierno nigeriano atribuyó a rivalidades étnicas en la zona. La violencia alcanzó tal grado que incluso la Shell decidió suspender su presencia en la zona, mientras el general Abacha se hacía fuerte abortando la constitución de un Gobierno legal salido de las urnas.
Para entonces, el movimiento MOSOP estaba ya considerablemente dividido, con un sector moderado y otro más extremista liderado por Saro-Wiwa. En mayo de 1994, las disensiones entre los ogoni desencadenaron una erupción de violencia que llevó a grupos de jóvenes radicales a atacar a los sectores moderados. Cuatro jefes de tribu fueron asesinados y el Gobierno militar consideró que las muertes habían sido inspiradas por las diatribas políticas de Ken Saro-Wiwa, de 54 años. Su destino estaba sellado.
El general Sani Abacha, de quien se cuenta que vive semioculto en una fortaleza militar de Abuja, nueva capital del país, decidió que había llegado el momento de acabar con la amenaza ogoni y el viernes se desembarazó de los líderes de un pueblo bajo sospecha.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.