Barbarie

Esta carta es sólo un canto desesperado y solitario a la barbarie que, en nombre de no sé qué suerte de progreso, nos despoja de los más idílicos paisajes que nos han acompañado, y antes acompañaron a otros, desde la infancia. A veces se nos culpa a los aragoneses, acaso injustamente, de forjar por omisión nuestro destino: lo cantan algunas jotas, lo han dicho algunos poetas de la tierra, y. quizá sea cierto. En cualquier caso, nuestros montes, como nuestros árboles, no son sólo nuestros, pero tampoco parece que nadie se. preocupe demasiado.Viene esto a cuento del des trozo que se está produciendo en el congosto de Olvena: un encantador rincón de nuestra provincia de Huesca, en la carretera de Barbastro a Graus, que ha imprimido una fisonomía especial a la zona; es el comienzo del Pirineo mucho antes de que se deje sentir el comienzo de la aventura agreste a Un paso del asfalto. Sé que ha. habido voces, pocas; que se han barajado estadísticas y se ha hecho promesas para reconsiderar el asunto, pero, mientras tanto, problemas de presupuestos, de programación, de, costes y un largo etcétera, impiden paralizar las obras.

Recientemente, a pesar deque la carretera está cortada al tráfico, pude llegar a la zona por un camino desconocido a los forasteros: él desmonte ha empezado, los tajos han herido de muerte ya parte de la zona, la vuelta atrás que, tímidamente, apuntan algunos responsables no parece probable. Huyo del lugar con una tristeza e impotencia irreprimibles. En el viaje de vuelta a casa se pone en marcha la máquina del recuerdo: los viajes a la primeros montaña, cuando era niña, en aquel seiscientos blanco, el misterio, de los túneles, tantos, tan seguidos... Al menos, no podián arrebatarnos los recuerdos.-