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Francia consigue el 'visto bueno' de la Comisión a sus pruebas nucleares

Xavier Vidal-Folch

Francia logró ayer una importante victoria política. Aunque quizá pírrica. La Comisión Europea, tras un debate extenuante, dio por buenos los informes científicos franceses y reconoció que los efectos sobre la salud humana de las dos pruebas nucleares realizadas en el Pacífico son inapreciables. No es que las apoye. Es que no puede sancionarlas. Pero estas cañas se volverán hoy lanzas en el Parlamento Europeo, que examinará del asunto, al presidente del Ejecutivo comunitario, Jacques Santer.

La Comisión apenas tiene competencias para prohibir las pruebas nucleares: sólo tres artículos del Tratado Euratom (34, 35 y 36) le permiten intervenir, y aún así, de modo indirecto, a través de su repercusión en la salud humana.Esos artículos obligan a que la Comisión emita "dictamen favorable" cuando se produzcan "experimentos particularmente peligrosos" por parte de un Estado miembro, que, llegado el caso, "deberá adoptar disposiciones suplementarias para la Protección sanitaria". El ejecutivo comunitario tiene un derecho de información y verificación de instalaciones para estar "al corriente del índice de radiactividad que pudiere afectar a la población".

Pues bien, Bruselas ha sido informada directamente por París. Ha exigido y obtenido una ampliación de los informes científicos y ha verificado in situ las instalaciones, salvo las de interés militar. Y aunque varios comisarios, entre ellos la responsable danesa de Medio Ambiente, Ritt Bjerregaard, consideraban que la negativa francesa a dejar inspeccionar todas las instalaciones le. permitía actuar contra Francia ante el Tribunal de Luxemburgo, perdieron la batalla.

El punto central del documento de la Comisión tiene la modesta apariencia de una nota a pie de página: "Los niveles, de radiación constatados son de 10 micro-sv, frente a la norma de base de 5 micro-sv": son inferiores al umbral, de seguridad. Esta conclusión, junto a la caterva de informes técnicos, decantó la decisión del ejecutivo. Ésta se basa en los resultados de su misión técnica a Mururoa y Fangataufa y en los datos técnicos suministrados por Francia sobre los niveles de radiación, para "considerar que no se ha establecido científicamente que1a experiencia suponga causa de aplicación del artículo 34"

Es decir, da por buenos los informes franceses. Eso sí, el ejecutivo añade su intención de' pedir a Francia que ponga en práctica un dispositivo de seguimiento para prevenir cualquier riesgo a largo plazo para la población". Así, la Comisión. da por hecho, por pasiva, -que las pruebas continuarán pero también provoca un engorro a París, negándole un cheque en blanco y exigiéndole información y seguimiento, permanentes.

A última hora, los comisarios,, más antinucleares -los nórdicos- pugnaban por añadir a la decisión una fase de lamento retrospectivo, con valor de mera opinión,en la línea de considerar "inconveniente" que se hayan producido las dos primeras explosiones y haciendo votos para que 1996 alumbre el Tratado de prohibición total de pruebas nucleares.

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Lamento de Santer

De hecho, Santer ya "lamentó personalmente" las pruebas ante el Parlamento: este pequeño gesto ya molestó profundamente- a Jacques Chirac, quien llevó a cabo su segunda explosión sin esperar a que la misión técnica de Bruselas hubiera llegado al Pacífico, contra, lo que le había pedido explícitamente Santer. Éste, sin embargo, no quiere ahondar más las dificultades políticas que, atraviesa el tándem Chirac-Juppé. Por eso se enfrentará hoy, en Estrasburgo, a una agria sesión plenaria del Parlamento Europeo, donde las espadas se han ido afilando. Los diputados verdes e izquierdistas amenazan con una moción de censura a la Comisión, que sería impracticable ahora mismo pero quizá viable dentro de unos meses, si median nuevas explosiones y los parlamentarios populares y socialistas se enfrentan a nuevas quejas de las opiniones públicas internas.

El fantasma de Mururoa persiguió al presidente francés, Jacques Chirac, incluso hasta esta solemnísima y vigiladísima cumbre de jefes, de Estado del mundo con ocasión del 50o aniversario de, las Naciones Unidas, informa Antonio Caño. Casi coincidiendo con el momento en que Chirac defendía su vocación pacifista desde la tribuna de los oradores en la ONU, un paracaidista (un parapente) con el emblema de la organización Greenpeace se arrojó desde un puente próximo a la sede de las Naciones Unidas y, propulsado por un motor, planeó durante unos minutos exhibiendo un eslogan contra las pruebas nucleares. Fue detenido tras aterrizar sobre uno de los lotes del río East.

En su discurso, Jacques Chirac aseguró el compromiso de su Gobierno con "un verdadero desarme". Nadie niega, dijo Chirac, "el gran papel de Francia en las negociaciones sobre la prohibición de armas químicas, la eliminación de las minas antipersona o la renovación indefinida del Tratado de No Proliferación. Que nadie dude de su determinación para asegurar, en 1996, el éxito de la negociación sobre la prohibición definitiva,, completa y verificable de las pruebas nucleares". "Yo confirmo hoy", añadió el presidente francés, "la decisión de Francia de firmar, tras su última serie de pruebas en la primavera próxima, los protocolos del Tratado de Rarotonga que establecen una zona desnuclearizada en el Pacífico sur".

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