Regeneracionistas y principiantes
Tenía algo de razón el viejo profesor al detectar un componente de prefascismo en nuestros regeneracionistas: la des confianza ante las instituciones representativas, la tentación de rasgarse las vestiduras ante "los males de la patria", el arbitrismo y el carácter monista de sus soluciones son sin duda datos desfavorables de la literatura regeneracionista que rea parecen en sus epígonos a lo largo del siglo. No obstante, igual que ocurriera con sus antecesores, los arbitristas de 1600, si surgen las quejas es porque hay realmente de qué quejarse, y consecuentemente, en unos y en otros, la impotencia, e incluso el irracionalismo en la búsqueda de las vías de salida, se conjuga con una notable lucidez en el análisis de las causas de la crisis. Por eso,a pesar de los truenos y centellas que la salpican, la obra de Costa, el impulso de su crítica regeneracionista que desemboca en la europeización, puede en frentarse sin dificultades a la carga de desnaturalización del sistema parlamentario, corrupción política y represión a ultranza de la clase obrera que presenta el régimen de la Res tauración canovista. Puestos a elegir, más valía adoptar la actitud regeneracionista que, mantenerse como trilero de la pluma, y los hubo bien ilustres, al servicio de los responsables de la crisis.Tal como ha puesto Felipe González las cosas, no viene mal su recuperación, en cuanto tiene de insatisfacción radical ante lo existente y de voluntad analítica. Por si no bastara con la lucha a muerte contra las comisiones parlamentarias de investigación, González y su gobierno han dado una prueba más de su coherencia al acordar el indulto del ex presiden te cántabro Hormaechea. Igual que en la posición servil adoptada finalmente ante las pruebas nucleares francesas, tras el show del minuto de silencio parlamentario, lo que cuenta es el pragmatismo alicorto de la razón de Estado, del cual se derivan unas decisiones que contradicen todo antecedente ideológico y ético. En la misma línea se sitúa, a mi juicio, la política respecto de Cuba, con una defensa débil tanto del fin. del embargo estadounidense que recae sobre un pueblo y legitima a la dictadura, como de la exigencia de iniciar una transición no traumática a la democracia: el resultado, una curiosa deriva neocolonial, apoyando una reproducción del modelo chino favorable para los inversores españoles, y en este contexto habría que situar las embajadas oficiales si es que no contribuyen a crear espacios de libertad intelectual. Este es Felipe González y tal es su coherencia como "estadista" y lo que le lleva a calificar como "principiantes" a quienes aún no han aprendido, al parecer, que el primer interés de todo gobernante consiste en subordinarlo todo a la maximización de recursos para el objetivo central de su mantenimiento en el poder.
La orientación regeneracionista debiera asimismo presidir el funcionamiento de la Comisión del Senado sobre los GAL. Ésta, en contra de lo que se ha dicho y escrito, no duplica la actuación judicial, porque en la Audiencia Nacional no. hay un caso GAL, sino una sucesión de casos iras los cuales aparece ese entramado terrorista. Por esa regla de juego, no hubieran podido funcionar en Italia las comisiones del Parlamento sobre la Mafia y la Camorra cuyos métodos de indagación, voluntad explicativa y audacia a la hora de enjuiciar comportamientos pasados del poder debieran servir de patrón a la ahora acordada. No se trata de rehacer los procedimientos judiciales en curso, sino de aspirar a una reconstrucción general de lo que fueron los GAL, o los gales, sus antecedentes, e incluso a determinar las responsabilidades de quienes han venido bloqueando el conocimiento de lo ocurrido. El informe final consistiría en explicar a la sociedad española qué fue y cómo funcionó el terrorismo de Estado. ¿No es esto el sueño propio de un regeneracionista?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Felipe González Márquez
- Opinión
- V Legislatura España
- Política nacional
- Bienestar social
- Comisiones parlamentarias
- GAL
- Senado
- PSOE
- Política social
- Legislaturas políticas
- Parlamento
- Gobierno
- España
- Grupos terroristas
- Administración Estado
- Partidos políticos
- Administración pública
- Política
- Sociedad
- Terrorismo Estado
- Terrorismo