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A tapar la calle...

Antonio Jiménez Barca

Lo que sigue podría muy bien subtitularse El caso -resuelto- de la calle con puertas y sin llave. Empezó en la Plaza Mayor el jueves por la mañana, cuando una mujer de unos 60 años dudaba de si entrar o no por el callejón del Arco del Triunfo. La señora resolvió preguntar a un hombre que acertaba a pasar por ahí y que se quedó de una pieza al escucharla: "Oiga, joven, ¿usted ve desde aquí si la calle está abierta?". "Pues sí", respondió el hombre. "Desde que han puesto puertas...", dijo la mujer, que sacudió la cabeza y se dispuso a atravesar el callejón, uno de los cuatro pasajes que unen la Plaza Mayor y la calle Mayor. No sólo la señora vecina de toda la vida del barrio desconocía el misterioso horario de apertura de estas dos vistosas puertas de metal que desde hace una semana, según los vecinos, flanquean el callejón. Un empleado del aparcamiento con salida a esta calle asegura que por la noche están cerradas y que alguien -no se sabe quién- las abre por la mañana. Los del bar andaluz colindante, La Torre del Oro, sospechan que son los del aparcamiento los que se ocupan de abrir y cerrar; los del parking, que son los camareros. Todos, eso sí, coinciden en que las puertas están allí por motivos de seguridad. "El callejón era un nido de drogadictos, de meones y de cagones", afirma un contundente camarero.Uno de los camareros conoce la manera de burlar la puerta (que se abre desde dentro) para poder entrar desde fuera y mostró a este periódico que con un poco de pericia y un brazo no demasiado corto la cerradura no tiene mucho sentido. Un vecino cuenta que más de una vez un paseante gracioso, al andar por la calle Mayor, ha cerrado de un empujón la dichosa puerta. A todo esto, el mismo jueves, la concejala de Centro, María Antonia Suárez, confesó que no sabía mucho de la historia, que quien lleva el asunto es la EMV (Empresa Municipal de: la Vivienda). Aun así aventuró: "Supongo que a cada vecino se le dará, una llave".

En el fondo, no se dará llave a nadie. Luis Armada, consejero delegado de la EMV, entidad encargada de rehabilitar el callejón, lo explica: "Las puertas son casi simbólicas; ahora es cierto que se abren y se cierran, pero cuando todo esté terminado, porque aún faltan algunos detalles [arreglar, por ejemplo, el hecho de que cualquiera pueda abrir desde fuera, por ejemplo], las puertas quedarán permanentemente abiertas". "Las puertas", prosigue Armada, "responden a que ese pasadizo se concibió para que estuviera cerrado. Pertenece más a la Casa de la Panadería que a la calle. Lo que hemos hecho es recuperar un espacio cultural que estaba muy deteriorado". El consejero de la EMV asegura que antes de que termine el mes todo estará terminado y las misteriosas puertas abiertas para siempre.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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