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"Yo no he podido elegir"

Rocío García

Alguien dijo de ella que era la perla oculta de los Bardem. Lleva con tranquilidad el haber pasado de ser la hija de.... la hermana de... y ahora la madre de.... Es toda una perla, pero cada día menos oculta. Su voz ronca y su cuerpo delgado han estado siempre ahí. Su padre fue un primer actor de compañías teatrales; su hermano es el director de cine Juan Antonio y su hijo es Javier, el ya afamado actor. Con 56 años y una vida complicada y dura a sus espaldas, Pilar Bardem está conociendo ahora los dulces de una carrera artística. El viernes pasado se estrenó su última película, Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, del director Agustín Díaz-Yanes, en la que su trabajo ha merecido elogiosas alabanzas de la crítica y el martes próximo se subirá de nuevo a un escenario con la obra Martes de carnaval, de Valle-Inclán, que dirige Mario Gas.Pero Pilar Bardem no es mujer que despegue con facilidad los pies del suelo. "¿Que si me llega tarde el reconocimiento? Nunca es tarde. Ha llegado en el momento en que tenía que llegar. Estoy un poco atolondrada porque se me ha juntado todo, pero vivo con ilusión medida. Tengo los pies muy en la tierra, pero la cabeza muy arriba. Soy muy soñadora, pero siempre amarrada al suelo cuando sueño sé que estoy, soñando". Ha sabido amamantar la filosofía de los cómicos: "Esperar, esperar y esperar. He sabido esperar y a veces te llega la oportunidad a los años que sean. Mejor que llegue mayor que no llegue nunca".

Si por algo se la conoce a Pilar Bardem es por la denodada lucha para sacar adelante y sola a sus tres hijos: Carlos, Mónica y Javier, en unos momentos muy difíciles en los que no tenían ni para el metro ni para el pan. "Siempre han dicho de mí que tengo la fortaleza del débil. Yo soy una mujer muy miedosa y muy débil y no sé por qué, incluso antes de que aparecieran problemas en mi vida todo el mundo me atribuyó -el papel de fuerte. De niña, en mi familia me consultaban porque decían que tenía muy buen juicio. Luego, ando la vida te pone contra as cuerdas, o te hundes o pegas una patada y sales adelante. Y Yo patadas he pegado muchas". Su vida particular le ha condicionado mucho. "Un día mi hijo Javier me dijo, 'Tú has hecho de todo por salir adelante, yo voy a tratar de elegir'. Esa es la cuestión. Yo no he podido elegir. A mí me han dado un trabajo y lo he hecho. A veces era un trabajo maravilloso y, otras no tanto, pero había que hacerlo y lo hacía, no digo que con la misma ilusión, pero sí con el mismo interés. Tener trabajo en esta profesión es ya un privilegio, y más el poder sacar una familia adelante".

Nacida en una familia de cómicos en Sevilla, casi al final de la guerra española, Pilar Bardem no se mostró muy interesada por esta profesión. "Yo tenía otras ideas, como ser médica o misionera, pero el teatro estaba tan inmerso en nuestra familia que era como lógico dedicarme a ello., Hice un meritoriaje para sacarme el carné de actriz pero lo encontré muy duro, eso de ensayar tantas horas, hacer dos funciones sin descanso. Pensé que eso no iba conmigo". Por una casualidad su altura y su delgadez contribuyeron también a ello- empezó a trabajar de maniquí, y lo hizo durante anos pasando modelos de Herrera, Balenciaga o de la firma Loewe. Las circunstancias de su matrimonio le llevaron a Canarias, donde tuvo que abandonar su profesión y dedicarse a ser una ama de casa con bastantes aprietos. Fue en los albores de los setenta cuando, separada de su marido, regresó a Madrid a buscarse la vida con tres hijos de seis, cinco y un año. "Existía entonces la revista Triunfo, que incluía una página bajo el epígrafe 'Se prepara', en la que se anunciaban proyectos teatrales y cinematográficos. La leía, la recortaba y donde veía que había mucha mujer ahí iba yo con Javier de la mano. Mi hermano se asombraba de que así encontrara trabajo. Pero era verdad, firmé como quince películas en un mes en papeles de una o dos sesiones. Era como una hormiga que iba a todas partes".

Desde entonces ha llovido mucho. Y si ella rechaza calificar de gloria el momento profesional que vive -"he vivido tanto, he luchado tanto, he visto tales cosas que a mí ya nada me sorprende en esta profesión"-, sí - cree que es un punto de partida. "No en el sentido de que piense que alguien va a escribir guiones para mi, con 56 años, si no los han hecho para toda una señora actriz como Julia Gutiérrez Caba, pero sí conseguir personajes entrañables, fuertes, que tengan carne".

Como el de doña Julia, esa militante comunista que redime a fuerza de dignidad a su nuera en Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto. "Lloré cuando leí el guión, y cuando me enteré de que Tano [Agustín Díaz-Yanes] había escrito el personaje en homenaje a su madre, lo comprendí. Sólo desde el amor se puede escribir un personaje así. Yo le debo más a doña' Julia que doña Julia me pueda deber a mí. He querido poner en pie la dignidad de esta mujer. Se puede ser pobre y digno".

Como digna es la vida de Pilar Bardem, una mujer que viste de prestado -"soy la persona menos consumista del mundo"- y que ha encontrado la felicidad siendo útil a los demás y viendo crecer a sus hijos. "El mal gratuito es la cosa que más odio", dice. Siempre de pie, Pilar Bardem se ha enfrentado a la vida y la ha vencido.

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