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"He logrado seguir escribiendo sin amargura y sin miedo'', afirma Rushdie

Según el autor, su situación se debe a un problema político disfrazado de religioso

"Espero que quien lea El suspiro del moro vea que he logrado seguir escribiendo sin amargura, que he hecho un trabajo de arte y que no es un libro tímido. Arriesgo tanto en él como en cualquiera de los anteriores". Salman Rushdie presentó ayer así en Roma el primer libro que publica desde los Versos satánicos. Fruto de cinco años de difícil vida blindada, el nuevo título responde a la clave de humor y al desbordante realismo mágico que caracteriza la mejor producción del autor condenado a muerte por los ayatolás iraníes. Rustidie afirma que no es autobiográfico.

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Presiones infructuosas

Rushdie rechaza ser un "provocador, salvo porque los libros que no provocan son malos" , y afirma que, si vuelve a escribir sobre religión, se debe a que "es imposible no hacerlo cuando se escribe de la India o de Pakistán". Aunque considera que su situación se debe a "un puro problema político disfrazado de religioso, como demuestra el hecho de que Irán no haya conseguido que ningún otro pais islámico respalde su amenaza", reconoce que en estos años ha vivido, "sobre todo, la capacidad de las religiones para hacer daño"."Creo que la mejor respuesta a la amenaza, más que hablar con políticos o pronunciar discursos, era seguir escribiendo", comenta el escritor nacido en Bombay en 1947. "Podría haberme vuelto amargado y vengativo. Había también el peligro de que me volviera tímido. Creo que nada de eso ha ocurrido. Espero que este libro no requiera grandes inversiones en seguridad por parte de las editoriales que lo publiquen", añade, "aunque es difícil de prever, visto que, si no recuerdo mal, por el tiempo en que se pronunció la fatwa [la condena a muerte] contra mí, en Italia fue también amenazada de destrucción una estatua de Dante".

Algún gasto extra en seguridad debió costarle, sin embargo, ayer a Mondadori, editora en Italia del nuevo libro de Rushdie, la comparecencia del autor ante un grupo de periodistas para hablar de su trabajo. Una cierta parafernalia de clandestinidad envolvió el encuentro: cita en un hotel de lujo del centro de la ciudad, donde se había instalado un sofistica do equipo de acreditación digno de cualquier cumbre de Estado, y posterior traslado a los sótanos de otro hotel de lujo, donde esperaba el menudo Rushdie acompañado de sus fornidos custodios.

Era difícil, en esas condiciones, que la conferencia de prensa sirviera para volver a hablar de literatura, más que de las peripecias por las que últimamente ha sido conocido Rushdie, como querían los editores. Además, el propio escritor, que estos días ha sido visto por Roma, en tiendas, calles y monumentos, se encargó de explicar su "situación actual", más que nada porque le preocupaba que la ministra italiana de Asuntos Exteriores, Susana Agnelli, no pareciera dispuesta a recibirle.

"Cuidado con Irán"

"A primeros de año, justo antes de las elecciones presidenciales francesas, fui a París y vi a todos los candidatos, incluidos los señores Chirac y Juppé. Ambos prometieron presionar a Irán, directamente y a través de la Unión Europea (UE), para que retire la amenaza. Entiendo que, en las reuniones habidas, los iraníes han dado garantías orales de que la fatwa ya no está en vigor. Pero con Irán hay que tener cuidado. El Reino Unido y la UE piensan que hay que esperar una declaración formal y escrita para dar el peligro por pasado. Ma parece razonable. De ahí la importancia de que se siga presionando. España lo está haciendo durante su mandato presidencial de la UE. Es fundamental que Italia prosiga esa tarea a partir de enero", explicó Rushdie.Moraes Zogoiby, el supuesto descendiente de Vasco de Gama que protagoniza El suspiro del moro, es un frenético fugitivo por la Bombay del autor, tema central del libro, y por todo un universo imaginario que incluye el momento supremo en que Boabdil lloró por su Granada perdida y por la revancha del catolicismo sobre el islam y el judaísmo. Salman Rushdie sostiene, sin embargo, que él no es Moraes Zogoiby. "Por supuesto, hay una conexión entre el personaje y yo. La hay siempre que se escribe una novela que tiene un narrador, alguien que cuenta el relato, pero la relación no es directa".

"Mucha de mi práctica literaria está dedicada a una visión de las relaciones humanas que es lo contrario de estos integrismos, religiosos, de estos nacionalismos mezquinos y extremos que son el gran peligro tanto en Europa como en Asia", dice. "Encuentro vergonzoso que Europa haya apoyado durante tanto tiempo, en la práctica, el nacionalismo serbio, y que haya dejado desasistido al Gobierno bosnio que era el único elemento pluralista del conflicto".

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