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Diez parejas se sientan en el banquillo en Granada por no llevar a sus hijos al colegio

Las regañinas del juez a los padres provocaron escenas entre cómicas y patéticas

Los juicios consecutivos contra padres y madres de Granada, todos de extracción social bajísima y sin formación académica, por permitir que sus hijos menores de catorce años no asistan al colegio, se convirtieron ayer en una sucesión de regañinas encadenadas que dieron lugar a situaciones entre la comicidad y el patetismo. Doce de las 22 parejas convocadas no asistieron al Juzgado de Menores. El fiscal pidió penas de arresto que oscilan entre los diez y los 15 días y que, según el criterio del juez, se pueden cumplir en la cárcel o en el propio domicilio.

Las parejas juzgadas residen en el barrio de Cartuja, un núcleo marginal de Granada, y en las localidades de Guadix y Motril, y tienen en común una situación social desesperada endurecida por una altísima prole. Cada juicio duró unos diez minutos y tuvo una mecánica similar: El juez Emilio Calatayud reprochaba, al comienzo, a los padres su omisión en la tutela y éstos trataban de justificar su error por la obligación diaria de salir en busca del pan o por enfermedades reales o imaginarias. Luego, el fiscal presentaba la petición de arresto y el juez preguntaba a los padres si estaban de acuerdo. La mayoría contestó escandalizada que no, que entonces quién iba a darles de comer durante ese tiempo. Después firmaban -los que sabían- y se marchaban, casi siempre dando las gracias o empleando alguna cortesía, casi servil.La primera pareja en ser juzgada, José Raya y Angeles Pérez, fue acusada de permitir que tres hijas suyas no acudieran a uno de los colegios de Cartuja. El juez Calatayud trató de descender al nivel de entendimiento cultural de los acusados y esta circunstancia lo indujo a elevar el tono de voz y a participar en diálogos hilarantes.

Ángeles, por ejemplo, aseguró que llevaba a las pequeñas todos los días hasta el autocar, pero que a veces se escapaban."¿Y dónde van sus hijas?". La mujer se contradijo: "Se tiran el día durmiendo". "¿Y usted entonces permite que pasen el día en casa?", le espetó el juez. "Sí", repuso dándose cuenta de su error. "Había dos autocares, pero pasaban muy temprano y cuando llegaban a la parada se había ido", continuó la mujer tratando de arreglar el desliz. "Entonces la culpa es del autobús", agregó el juez. "A veces la tengo yo y otras no", respondió. El fiscal pidió para Ángeles y su marido quince días de arresto. "¿Está de acuerdo con la condena?", preguntó. "Si no hay remedio, ¿qué vamos a hacer? Nos haremos cuenta de que estamos en la playa", repuso la mujer.

Encarnación Vinuesa vino con la abuela de Motril. La abuela habló a deshora y el juez la echó de la sala. "Váyase", dijo. "Me voy porque, si no, voy a hablar de verdad y me mete usted en la cárcel", respondió. Encarnación es madre de tres hijas de entre tres y doce años. "Yo las mando a la escuela, pero no van" dijo. "Pues oblíguelas" dijo Calatayud. "Si les pego para que vayan a la escuela, luego me denuncian por pegarles. ¿Qué hago? Si no les pego, malo; si les pego peor". El juez Calatayud siguió una lógica parecida a la de la mujer: "Pues entonces, ¿para qué las ha traído usted al mundo? Si se tienen hijos, es para cuidarlos o no se tienen". La mujer se encogió de hombros.

Por recoger aceitunas

María llegó sola. "¿Dónde está su marido?", preguntó el juez. "En la prisión de Jaén. Yo vendo fruta desde que hace un año y medio lo metieron preso. Salgo a por comida, porque la comida no viene del cielo", dijo. Calatayud decidió que el juicio no se podía celebrar y lo aplazó a octubre.Más suerte tuvieron Miguel Cortés y Josefa Amador. Las faltas al colegio de su hijo -tres al mes de promedio- coincidieron con los meses de la recolección de la aceituna y fueron absueltos. La madre añadió: "Yo veo bien esto. Yo quiero para mis hijos la oportunidad que yo no tuve. Mi oficio es recoger cartones y hierro, pero en temporada me voy a la aceituna a Tarreblascopedro.

Nos llevamos al niño porque no quiero dejarlo aquí solo, al amparo de Dios, con todo lo malo que anda por aquí".

Según una educadora, desde que se ha divulgado en el barrio de Cartuja que las familias cuyos hijos falten más de lo habitual serán sancionadas, se ha incremento la matriculación.

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