Pekín, laboratorio del cambio
Masiva inmigración ilegal, corrupción y vertiginoso desarrollo transforman radicalmente la cara y el corazón de la capital china
Pekín es, tal vez, la ciudad que más ha cambiado del mundo en los últimos 10 años. La vertiginosa transformación ha convertido a la capital de la República Popular China en símbolo de los contrastes espectaculares que afectan al gigante asiático. Entre los enormes edificios de Pekín sobreviven las casitas grises de tejados ondulados de su pasado imperial. El diseño más avanzado en los materiales de construcción más modemos surge de un campo ancestral donde un pequeño tractor de vapor sigue roturando la tierra mientras a escasos metros sobrevuelan los puentes del tercer anillo de circunvalación de la ciudad. Enormes paneles de publicidad, rótulos de grandes caracteres iluminados, tráfico infernal y obras por todos sitios son los nuevos rasgos de una ciudad que se vanagloria de tener detrás 3.000 años de historia.A estos cambios, se suman los tres millones de provincianos, campesinos en su mayoría, que se han trasladado a la capital en búsqueda de nuevas oportunidades de trabajo y bienestar. Ellos han dinamizado la rigidez de los mercados al extender sus tenderetes por avenidas y callejones; son las hormigas que levantan los rascacielos; son, por ejemplo, las muchachas de la provincia de Anhui llegadas por decenas de miles, que reflejan cómo se va liberando la mujer trabajadora china de las labores domésticas. "Son tiempos de auténtica avalancha. Por eso no concedemos a nadie el registro en la ciudad", declara Zheng Yijun, vicealcalde y presidente de la Comisión de Administración de la Municipalidad.
Oficialmente, sin el número de registro no se puede conseguir trabajo, ni alojamiento, ni Seguridad Social. Sin registro se es un ilegal. "¿Y a quién le importa ahora el registro?", pregunta un pequinés asalariado. "Esa gente", continúa, "gana mucho más que nosotros. Esos son los que están comprando los apartamentos privados y, una vez que tienen casa, tienen registro. Si no, lo compran. Tienen dinero para comprarlo".
En la historia de China siempre ha sido muy importante la hou men (puerta trasera), pero en el Pekín de 1995 entrar por ella parece imprescindible. La corrupción inunda la vida pública y comercial, cada cual la practica a la escala que puede y entre todos se tapan siempre y cuando nos se realice de forma escandalosa.
Fue precisamente el escándalo lo que finalmente llevó a la Asamblea Popular Nacional (Parlamento) a abrir una investigación sobre las actividades del vicealcalde de Pekín, Wang Baosen, quien prefirió suicidarse, el pasado mes de abril, antes de lo que parecía probable: un juicio rápido, una sentencia a muerte y un tiro en la nuca.
"Tenía varias amantes a las que había comprado apartamentos y coches", cuenta una fuente china que, como tantas otras, pone todo el empeño en no ser identificada. "Se estaba construyendo un palacete en la Colina Perfumada", añade otra. "Obtuvo millones de dólares en comisiones y llegó a pasarle a la Municipalidad una factura de unas 200.000 pesetas por una cena de ocho personas", comenta otra.
La investigación envió al arresto domiciliario a Chen Xitong, secretario del Partido Comunista Chino (PCCh) en Pekín y amigo personal del veterano dirigente Deng Xíaoping, de 91 años, enfermo y sobre cuya supervivencia gira desde hace un año el interés del mundo. Días después, siguió el hijo de Chen y una treintena de funcionarios. Se espera que en la reunión que celebra ahora el pleno del Comité Central se acuerde la expulsión del político presuntamente corrupto del Buró Político del partido par proceder a su juicio al de los demás.
"Chen Xitong es la prueba de fuego para verificar la voluntad del Gobierno de luchar contra la corrupción. Todo el mundo está a la espera de una decisión. Su supuesta vinculación con el escándalo, destapado por la hamburguesería McDonnald, del centro comercial que se pretendía construir en la céntrica calle de Wanfujin, es vox pópuli. Si se le entrega a la justicia, los chinos sabrán que la corrupción tiene un límite y que no basta con tener amigos, aunque sean tan poderosos como Deng", señala un diplomático occidental.
Zheng Yijun no quiere tocar este escabroso tema, aunque señala que, "tras el incidente, todo ha vuelto a la normalidad" en la Municipalidad. El vicealcalde zanja la cuestión con firmeza: "La corrupción existe en todos los países del mundo, y en Pekín es menor que en otros".
Pekín no admite términos medios. Tal vez por ello las autoridades decidieron prohibir la circulación de motos: o bicicleta o coche, nada de artefactos "ruidosos e inseguros". Desde 1985, la capital china ha suspendido la matriculación de motos y prohíbe la entrada de éstas en su casco. Tan sólo se ve ahora alguna superviviente de las 25.000 que había en 1984. En ese año también había, en Pekín 4.880.000 bicicletas y 200.000 automóviles, que han aumentado a casi ocho millones de bicicletas y cerca del millón de coches.
"Nuestro objetivo es perfeccionar la función de Pekín como centro político y cultural de China, incrementar el sector servicios con un fuerte impulso. tecnológico y lograr que para el 2010 todas las familias tengan un apartamento con cocina y cuarto de baño separados y calefacción", afirma Zheng Yijun. El Gobierno aprendió de las protestas de Tiananmen (aplastadas por los tanques en junio de 1989, al precio de centenares de vidas) que era necesario atajar el malestar existente en la ciudad a través de una mejora considerable del nivel de vida de sus habitantes. De momento está teniendo éxito y pocos pequineses hoy estarían dispuestos a jugarse la vida como entonces.
El cambio de Pekín es tan espectacular que la realidad sobrepasa cualquier cosa que pueda imaginarse. Sin embargo, basta asomarse a una de las nuevas torres de apartamentos para dar cuenta de que quienes la habitan no han cambiado mucho. En un país que se enorgullece de ser el último bastión del comunismo internacional, nadie se preocupa de las zonas comunes de los edificios, del mantenimiento y de la conservación de algo que pertence a más de un individuo.
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