Con el mínimo esfuerzo
Las calendas finales de la temporada, con coletudos que suman muchos contratos pero no son especialistas en batir récords de cantidades, como Jesulín y El Cordobés, pesan sobre ellos y, salvo que lo vean muy claro, se echan por la fácil ley del mínimo esfuerzo. Así aconteció ayer en el final de la feria talaverana, con un Manzanares casi siempre a medio gas y un Rivera Ordóñez que de auténtica y merecida revelación de la campaña del 1995 ha pasado en estas postreras fechas a un atorado, plúmbeo y nada creativo diestro.Junto a ellos, el serio salmantino José Ignacio Sánchez, quien sustituía precisamente a El Cordobés, intentó mayor garra y florilegios, pero los que estaban más para bizmas que para ungüentos y para pocos esfuerzos eran sus rivales, un mansote sin ganas de embestir e incapaz de ningún esfuerzo por ello, pese a las tragaderas de su matador, y un toro, el quinto, tan rayano en la flojera que el usía, Jesús Gil -escasamente documentado a la hora de cambiar el segundo tercio, lo que realizó en varias ocasiones con menos de los cuatro palos reglamentarios-, también se inclinó por los fáciles caminos de la complicidad con la empresa y lo mantuvo sobre la cenizosa arena, pese a perjudicar así a la lidia y a los espectadores. Eso sí, éstos no escatimaron esfuerzos para lanzarle epítetos en justa protesta.
Puerta / Manzanares, Sánchez, Rivera
Cuatro toros de Puerta Hermanos (uno rechazado en el reconocimiento y otro devuelto por inválido), bien presentados y flojos; 2º y 6º mansos y nobles; 4º y 5º manejables 1º y 3º (sobrero) de Branco Nuncio, justos de presencia y manejables.José Mari Manzanares: dos pinchazos sin soltar y estocada atravesada desprendida (pitos); media perpendicular y tres descabellos (ovación y saludos con algunos pitos). José Ignacio Sánchez: estocada, descabello y se echa el toro (oreja); estocada caída, tres descabellos y se echa el toro (ovación). Rivera Ordóñez: estocada tendida desprendida (oreja protestada); estocada trasera baja (división). Plaza de Talavera, 24 de septiembre. 21 corrida de feria. Casi lleno.
Sánchez, impertérrito y arrebujando bellos dibujos consintiendo al segundo, se limitó a entrenarse con este quinto como si se tratase de un tentadero. Hubo otro pequeño, instante de brillo, en la tarde, breve y relampageante oasis de toreo en la grisura de esta función de electroencefalograma plano. Ocurrió con el tercero, frente al que un ya dubitativo y bailongo Rivera se fajó en tres breves tandas de redondos y, tras poner la miel en los labios del cotarro en general y de sus seguidoras en particular, cortó de súbito. Con el sexto, inocente y, noble, se perdió en un exceso de probaturas siempre con los pies en polvorosa.
Aún peor anduvo por la histórica plaza un destemplado y también bailarín Manzanares, que se dedicó a tirar líneas para engañabobos (aunque a nadie engañó) frente al corderito primero, y apuntó algunos estéticos y ventajistas unipases frente al castaño y bocirrubio cuarto.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.