Un juez con suerte
¿Existe la suerte? He aquí uno de esos temas a los que la estulticia humana es capaz de dedicar largas y apasionadas controversias. Si el mundo conociese la existencia del juez Garzón, la cuestión estaría dilucidada para siempre y se sabría cómo la fortuna se ha encarnado en este hombre de apariencia normal, pero que atesora capacidades prodigiosas.En los últimos meses se le ha abarrotado el juzgado de arrepentidos. Sólo algún malicioso podría encontrar relación entre tan radicales conversiones y la entrada o salida en prisión.
Este mismo miércoles organizó una auténtica pasarela procesal con primeras figuras relacionadas con los GAL a través del caso Monbar, y, mira tú por donde, allí que le acude Ricardo García Damborenea ¡con el llamado papel fundacional! Pero hombre, ¡si era Perote quien lo había escrito y también estaba allí el miércoles por la tarde! Pues no señor. El juez, tocado una vez más por la suerte, consigue el papel porque lo ha encontrado Damborenea.Uno se imagina a este singular sujeto dedicado todo el verano a buscar el papel que Garzón le había pedido en julio y dándose una palmada en la frente el martes por la tarde: "¡Tonto estoy! ¡Pero si yo tenía el papel y no había caído en la cuenta hasta hoy mismo!".
Lo más espectacular es que Perote, que fue altísimo mando del espionaje español roba 1.200 documentos del Cesid y dice al juez que redactó el escrito por encargo de su superior, el general Manglano, pero ni lo presenta ni lo enseña. Todo hace pensar que la acusación naufraga en la palabra de un sujeto de tal calaña cuarido de pronto... ivoilá! Damborenea encuentra una copia.
Y la lleva hasta Garzón la víspera de la reunión de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. ¿Cómo puede sostenerse que éste es un hombre normal o que la suerte no existe? Que se pongan la mano en el corazón los jueces instructores de este país y confiesen si a alguno le han acaecido juntos tantos prodigios y con tal precisión de fechas. Y eso, sin saber nada de antemano, citando a la gente sin tener ni idea de lo que le que le van a llevar ni de lo que le van a decir. Porque si Garzón tuviera preparada una estrategia con los inculpados y alguno estuviese conectado a un tal Mario Conde, como algunos aseveran insidiosamente, todo empezaría a tener una explicación.
Pero no. No hay tal. A este juez le vienen las declaraciones a los folios y los papeles a las manos como a quien le cae la lotería. Tiene una flor en la toga.
Ayer mismo, por la mañana, la Junta de Fiscales del Tribunal Supremo informaba a la Sala Segunda de que las posibles imputaciones contra González no reúnen Ias condiciones de verosimilitud y fundamentación mínimamente precisas". Bueno, pues la tarde anterior -pero, de verdad, ¿alguien ha conocido tanta fortuna?- Damborenea le lleva a Garzón el papel.
No sólo eso, sino que, para completa su buena fortuna, dos periódicos publican íntegro el papel que le llevó Damborenea. El 22 de agosto, este periódico publicó el informe que Garzón había elevado al Supremo, en el que afirmaba, impávido, que se creía las declaraciones contra un tal Felipe González y otros tipos así, aunque los materiales con que contaba "ni tan siquiera alcancen la categoría de indicios racionales de criminalidad". Garzón se mostró entonces consternado por la filtración. No consta que se haya producido hogaño uno consternación como la de antaño.
Aunque consternados, lo que se dice consternados... debiéramos ser legión se todavía queda en este país una sola brizna de sentido común.
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