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La mitad del cielo

La mayoría de los 600 millones de mujeres chinas siguen enfrentándose a la pobreza y la discriminación más cruel

(THE INDEPENDENT)"El hombre me pegó tres veces por todo el cuerpo. El dolor era insoportable y seguía teniendo miedo, pero mi familia seguía intentando convencerme de que volviese. Me dijeron que no fuese una deshonra para la familia. Ahora he decidido divorciarme. Odio a ese hombre. Pero mi familia no lo ha aceptado en absoluto. Dadme ayuda".

La autora era prácticamente analfabeta, pero su historia resultaba demasiado familiar. A finales del año pasado, Li Zucui, una joven de un pueblo de la provincia de Hubei, en el centro de China, era la víctima de un matrimonio concertado. "Mi hermana mayor conoció a un hombre. El hombre le dio 2.300 yuanes (35.400 pesetas) como regalo de bodas. Entonces, sin certificado de matrimonio, me llevaron en un camión a la casa de la familia del hombre. Nunca le había visto antes. No le conocía", escribió Li Zucui. "Mi hermana dijo que nuestra familia necesitaba dinero. Descubrí que el hombre tenía malhumor. Tenía que obedecerle o me pegaba a menudo".

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En la carta, con fecha del 28 de julio, Li Zucui cuenta que huyó para volver con su familia, pero le dijeron que no había dinero para devolvérselo al hombre. La familia la amenazó con repudiarla si le dejaba. "¿Qué debo hacer? Quería ir a los tribunales, pero tenía miedo de no ganar", escribió.

De alguna manera, quizá con ayuda de un amigo, Li Zucui se las arregló para enviar su carta a Rural Women Knowing All, una revista china mensual fundada en 1993 por una decidida mujer, Xie Lihua, con objeto de proporcionar ayuda e información práctica a mujeres jóvenes del campo. En una cultura en la que las mujeres del campo son frecuentemente tratadas poco mejor que las mercancías, la revista intenta llegar a una generación de mujeres jóvenes que luchan contra antiguos prejuicios. La tirada ha alcanzado ya los 160.000 ejemplares.

Que China sea el país anfitrión de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer ha hecho que el mundo haya volcado su atención en las dificultades con las que se enfrentan las mujeres chinas. Medio siglo después de que Mao Zedong dijese públicamente en una famosa frase que las mujeres "sostienen la mitad del cielo", la mayoría de los 600 millones de mujeres del país siguen enfrentándose a la discriminación y a la pobreza.

En toda China, una tercera parte de las mujeres son analfabetas, hacen el 60% del trabajo agrícola y sus salarios son significativamente más bajos que los de los hombres. La posición tradicional de las mujeres como ciudadanas de segunda clase y la antigua preferencia china por los hijos implica que los fetos femeninos sean a menudo abortados desde que llegaron las ecografías. En las zonas rurales, las mujeres jóvenes pueden ser engañadas, a menudo por algún conocido suyo, para ser vendidas como novias o, como es más habitual, pueden quedar simplemente atrapadas en el sistema de pago matrimonial. En las ciudades, los índices de divorcio se han disparado y han hecho que muchas mujeres tengan que luchar para mantener a sus familias sin ayuda del Estado. La prostitución, eficazmente erradicada por el comunismo antiguo, vuelve a ser abundante.

En el ámbito laboral, dos terceras partes de los empleados despedidos por las empresas públicas son mujeres. En el Gobierno, la máxima de Mao sin duda ha fallado: en 1954, el 5% de la primera Comisión Permanente de la Asamblea Nacional Popular eran mujeres; ahora el porcentaje es del 12,3%.

En los años noventa, las mujeres chinas se enfrentan a una abrumadora colección de desafíos. Algunos son el legado de siglos de feudalismo y discriminación tradicional, pero otros son el resultado de una revolución económica de 16 años en la que el país ha abandonado la planificación central del antiguo comunismo en favor de reformas basadas en el mercado. Es una situación en la que es imposible generalizar. Y no es ni mucho menos un panorama completamente desolador. Por otro lado, el Gobierno chino reconoce que 65.000 mujeres y niños fueron rescatados de secuestros entre 1990 y 1994 (lo cual quiere decir que la cantidad real de secuestros debe de ser mucho mayor). Sin embargo, al mismo tiempo, las. ciudades grandes y pequeñas de China están ahora rebosantes de empresarias decididas a labrarse su puesto en la China moderna, aunque su principal obstáculo sea una sociedad dominada por los hombres.

El proyecto Rural Women Knowing All de Xie Lihua señala los mejores y peores aspectos de lo que ocurre en la China actual. Metidas en cajas de cartón en el suelo de la oficina de la revista en el norte de Pekín, están los cientos de cartas que se han recibido en los últimos meses. Una selección al azar de seis cartas dio a conocer el desesperado caso del matrimonio por obligación de Li Zucui, el de una mujer del campo de la provincia de Henan que necesitaba consejo sobre la cría de ranas, el de una lesbiana de 24 años que había sido obligada a casarse con un hombre, el de una chica de un municipio de la provincia de Zhejiang a la que los líderes de su unidad de trabajo intentaban obligar a divorciarse, el de una joven sin empleo perteneciente a una familia indigente del campo de la provincia de Hubei y el de una chica de la empobrecida provincia de Yunnan que había enviado un giro de cinco yuanes (80 pesetas) en apoyo a la Conferencia de la Mujer.

Sin embargo, los problemas emocionales son los que causan más estragos. En la primavera de 1993, Chen fundó en Pekín el Centro Familiar Jinglun para aconsejar a mujeres con problemas. En los últimos cinco meses, el centro ha orientado telefónica mente a 800 mujeres. En casi dos terceras partes de los casos, el marido tiene una amante. Yang Jing, una de las asesoras, explica: "Según la tradición, en un matrimonio chino la mujer debe ser sexualmente pasiva. Pero la amante es activa y resulta más atractiva. Por eso, convencemos a las mujeres de que también pueden ser activas sexualmente".

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