El valor coreográfico

Aborda José Antonio con arrojo la difícil y espectacular música de Los planetas, de Holst, y coloca la acción de su creación dentro del tema genérico de otra composición para ballet del inglés: The perfect fool, que pertenece en forma de introducción a la ópera homónima compuesta entre 1918 y 1922, y donde sí están muy definidos como personajes rectores los elementos (agua, aire, tierra, fuego) y el Mago, que en Los planetas es solamente una adjetivación a Urano.Los diseños inspirados de Ivonne Blake ayudan a darle a la obra un corpus de nobleza sinfónica dentro de su complejidad coreográfica, que plantea una estructura académica de contrastes entre solistas y cuerpo de baile, poses y desarrollos de grupo capaces de resaltar la madurez de José Antonio para componer y su sólida cultura coréutica, con guiños como el de introducir los pasos de jota en un contexto a priori extraño.

El trabajo de Elementos parte de armonizar el todo corporal con el todo escénico, recuperar la riqueza de brazos del clásico español y su papel expresivo, lo que ya es mérito en sí mismo, sacado con éxito por 13 bailarines de alto nivel técnico.

Los jóvenes prometen

Elegía a Ramón Sitge es la creación e interpretación de los Jóvenes Ángel Rojas y Carlos Rodríguez sobre una música sugerente de Emilio de Diego. Estos chicos ya han dejado de ser promesas para ahora prometer la calidad y el rigor. No sólo son buenos balarines, sino que entienden con sobriedad y buen gusto ese avance del ballet español hacia una dimensión menos local, más abierta al experimento tanto en lo temático como en lo formal. Ellos pertenecen a una promoción que, bien orientada, se niega .al clavel reventón y a la patada gratuita, lo que les honra, entendiendo ese ballet español desde una óptica natural de desarrollo desde lo particular a lo más universal.El programa lo cerró Imágenes, donde José Antonio da una lección de buen gusto sobre lo andaluz. Es la historia de siempre -saga familiar, riñas y quebrantos de patio-, pero tratada con una cierta distancia, donde destaca desde el comienzo África Moreno, concentrada y atenta a su actuación. La música de Tauromagia, de Manolo Sanlúcar, facilita unas danzas exquisitas, de aguda síntesis. Las alegrías dejan al público con un creciente entusiasmo de verdadero fiñal feliz y José Antonio -frecuentemente tildado de ser frío en estas lides- hizo un solo brillante por su manera de encajar el personaje del padre y por su baile, pues tuvo garra y aún el virtuosismo y la musicalidad que fueron su sello de siempre.