'Volem bisbes catalans'
En los meses de febrero y marzo de 1966 numerosas paredes de Cataluña amanecieron pintadas con una frase en catalán: volem bisbes catalans (queremos obispos catalanes). La reacción de los sectores nacionalistas catalanes ante el nombramiento de Marcelo González Martín, de Astorga, como nuevo arzobispo de Barcelona se convirtió en una sonada protesta contra el régimen franquista. González Martín, educado en el corazón de las tierras castellanas, desconocía la lengua e idiosincrasia catalanas. Durante todo un siglo y hasta 1930 los obispos designados para las diócesis catalanas fueron casi siempre catalanes, tradición que rompió el franquismo.
El mandato del leonés no se extendió más allá de tres años y fue sustituido en 1970 por el prelado catalán Narcís Jubany, natural de Santa Coloma de Farners. Pese a que el concilio había eliminado de manera definitiva las injerencias políticas en la designación de obispos, Roma cedió a las presiones franquistas designando a González Martín arzobispo de Barcelona. La protesta, auspiciada por el catalanismo militante, nacía de una crítica contra la intromisión de Franco a través del privilegio del patronazgo, y en la intención de desterrar la sumisión de la razón cristiana a la razón política.
Política y religión
El presidente del PNV, Xabier Arzalluz, ha asegurado que, "cuando la Iglesia se mete en política, el Espíritu Santo la abandona clamorosamente". Aunque algún político catalán, como Antoni Duran, ha recordado esta protesta, Arzalluz no ha echado mano de la campaña impulsada por la militancia catalanista católica. Probablemente porque el tinte nacionalista de la campaña no desdibuja que la protesta, además de ser antifranquista, estaba dirigida a denunciar la intromisión de los políticos y del Estado en las decisiones de la Iglesia. Justo lo que al parecer pretende él, según han coincidido en asegurar todos los partidos a excepción de Herri Batasuna (HB).El PNV afirma que la sustitución de Luis María Larrea por un obispo no nacido en Euskadi sería interpretada como una decisión política y respondida políticamente por el PNV. Desde el diario Egin se va más allá y se interpreta la elección de Blázquez como un "intento de homegeneizar la Iglesia española en previsión de los cambios políticos que se prevén con el PP en el poder".
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