La mitra de la discordia
Las amenazas de Arzalluz y las críticas de la Iglesia local cuestionan el proceso de renovación de prelados vascos
En el Vaticano suelen decir que, en lo que a elección de obispos se refiere, "de Roma viene lo que a Roma va". Y en ese vaivén de nombres y recomendaciones que bailan alrededor de la mitra, la tentación de presionar se antoja un pecado difícil de soslayar incluso para un democristiano como Xabier Arzalluz. El momento es, sin duda, histórico: la jubilación de los prelados que hicieron la transición en el País Vasco. Los obispos de Bilbao y Vitoria esperan una respuesta del Papa a su renuncia desde hace más de dos años. Y como decorado, la duda de que, antes de su marcha a París, el nuncio Mario Tagliaferri deje asomar su impronta conservadora en una comunidad ya de por sí en tensión. La posibilidad de que el sustituto de Luis María Larrea sea un prelado foráneo ha soliviantado al PNV.En la parroquia de San Vicente Mártir de Barakaldo (Vizcaya), José Luis Beltrán de Otalora asiste a la recta final de la elección del obispo bilbaíno. Consciente de que la Iglesia vizcaína se juega mucho, ha firmado junto a otros 17 sacerdotes de la margen izquierda de la ría un escrito en el que se llama la atención sobre las. formas y no sobre el fondo del proceso. Justo lo contrario a la amenaza vertida por el presidente del PNV. "Más importante que acertar con el mejor obispo y claramente más beneficioso a la larga, es asegurar un buen proceso de designación del nuevo obispo", asegura Otalora.
Frente a este discurso, reflejo de la interpretación que el Concilio Vaticano II hizo de la Iglesia como pueblo de Dios -un pueblo responsable y mayor de edad-, Arzalluz parece haber recuperado con sus amenazas, según sus detractores, un tono preconciliar, emulando el placet franquista a la hora de la elección de obispos. El líder nacionalista no acierta a entender cómo una comunidad como la vasca, con 48 obispos esparcidos por todo el mundo, tiene que importar prelados.
"Que Arzalluz apunte la necesidad de que el sustituto de Luis María Larrea, de 77 años, conozca la realidad vasca no es sacar los pies del tiesto. El problema es que Arzalluz e Iñaki Anasagasti han ido más allá. Han intervenido desde fuera de las instancias eclesiales en un proceso que se abrió hace tres años, y lo que realmente me apenaría es que la tormenta desatada por Arzalluz y las presiones del Opus y los conservadores sea más decisiva que todo el trabajo que hemos hecho desde el consejo". Pedro Luis Arias conoce bien los entresijos de la Iglesia en Vizcaya. Presidente del Consejo Diocesano de Laicos, es uno de los 60 miembros del Consejo Pastoral Diocesano, órgano consultivo formado por sacerdotes y laicos, y báculo sobre el que se ha apoyado la acción pastoral. La salida de Juan María Uriarte en octubre de 1991 hacia la diócesis de Zamora, interpretada entonces por algunos como una maniobra para apartar a un prelado progresista, taranconiano y enraizado en su pueblo, truncó lo que se apuntaba como una sucesión natural. No en vano, el entonces obispo auxiliar de Bilbao venía compartiendo durante los últimos 15 años la dirección de la diócesis, primero, con el polémico Antonio Añoveros y, después, con Larrea.
De inmediato, el Consejo Pastoral comenzó a reunirse para elaborar el perfil del sustituto de Larrea. Frente al modelo de liderazgo solitario de Jose María Setién, que no cumple la edad de jubilación hasta el año 2.003, Vizcaya prefiere un prelado con carisma pero que base su acción pastoral en la corresponsabilidad, que mantenga abierta la puerta a la participación, dentro de la diócesis y con las de su entorno, con capacidad. de escucha, comprometido con la pacificación y conocedor de la cultura y la lengua vascas.
Desde el consejo se asegura que el conocimiento del euskera no es una condición obligatoria, y que, "entre un obispo euskaldun y cerril y un prelado abierto que no sepa euskera, preferimos a este último". El problema es que la sucesión de Larrea se ha prolongado excesivamente en el tiempo. El papel del nuncio Mario Tagliaferri, una de las voces que escuchará el Papa antes de la designación final junto a la información que recopila en el Vaticano la Congregación Pontificia para los Obispos, que preside el cardenal africano Bernardin Gantin, ha sido blanco de las críticas del PNV.
Pero también desde los curas de base, del Consejo Pastoral y de personas de prestigio como Rafael Aguirre, decano de la Facultad de Teología de Deusto. En un debate celebrado sobre la elección de los obispos, Aguirre censuró la ineficacia del nuncio. A Tagliaferri le falló un candidato para la sucesión en el que, al parecer, había puesto su mirada: José Ignacio Telletxea, un catedrático de gran altura intelectual. Mientras tanto, nadie se preocupó por promocionar a sacerdotes para cerrar el relevo de Larrea sin abismos. Desde sectores del clero y del laicado vizcaínos se advierte que Ricardo Blázquez, actual obispo de Palencia, que asegura que el Vaticano no le ha comunicado aún nada, "no se adecua" al perfil, y auguran una "respuesta". La terna elaborada por 12 miembros del consejo y enviada al nuncio para que se la remitiera al cardenal Gantin ni siquiera por curiosidad fue abierta por Tagliaferri, a quien el PNV acusa de ser un "teólogo de la reacción" dispuesto a amordazar a Setién con estos relevos.
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