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Obeliscos y esfinges serán rescatados de las aguas

El Faro no es el único objetivo. El grupo de 30 submarinistas franceses, y egipcios, dirigido por Jean-Yves Empereur, quiere rescatar más elementos de la Alejandría sumergida, la que se hundió a causa de un terremoto en el siglo IV y del aumento de nivel de las aguas mediterráneas. "El mes de octubre habremos acabado nuestro trabajo. Gracias a un sistema de globos podremos extraer del agua piezas de hasta 40 toneladas. Tenemos previsto sacar una treintena, desde obeliscos en honor de Seti I a esculturas de forma humana pasando por unas esfinges impresionantes que llevan los títulos de Sesostris III y Ramsés II. Una vez en el exterior deberemos sumergir de nuevo las piezas, ahora en agua progresivamente desalinizada, durante ocho o diez meses, antes de proceder a una restauración propiamente dicha", ha explicado recientemente Empereur en París.El trabajo del arqueólogo es posible gracias a la colaboración de Frank Goddio, el hombre que localizó el galeón San Diego y su tesoro en los -mares de Filipinas.

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"Las nuevas técnicas magnetométricas por resonancia m agnética nuclear me permiten realizar una cartografía precisa de la ciudad bajo el mar y situar sus distintos monumentos", dice Empereur. "La isla de Anthirodos, con las villas de Cleopatra, el Timonium erigido como santuario a Marco Antonio, el Faro, o el antiguo puerto real están ahí, corrigiendo y completando los datos que leíamos en Estrabón o en los mapas más o menos imaginativos que se han hecho a lo largo de los siglos".

Como en el caso de Beirut, donde también intervienen arqueólogos franceses, los intereses urbanísticos obligan a luchar contra el tiempo. Las autoridades egipcias quieren ampliar el puerto de Qaitbay y sus proyectos amenazan con destruir para siempre lo que hasta ahora ha conservado el mar.

La fundación de la compañía petrolífera Elf ha aportado 2,7 millones de francos y el resto de los necesarios para el proyecto salen del presupuesto del lFA0 (Instituto Francés de Arqueología Oriental), de la productora Gedeon y del museo del Louvre, coproductor del film que pone en pie Stephane Milliere.

"La suciedad del agua ha sido el problema más complicado qué hemos tenido que resolver", afirma Millire. "Sólo podemos filmar entre las 8 y las 10,30 de la mañana, porque luego entra en funcionamiento el colector que lanza al agua todos los desperdicios de 6 millones de habitantes. Curiosamente el agua es más transparente, está más limpia a diez metros de profundidad que a dos y durante una semana las corrientes y el viento nos fueron favorables. El resultado será un documental de 52 minutos, que incluirá una reconstrucción en relieve y en animación electrónica de la ciudad antigua".

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