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El proceso de paz israelo-palestino se reanuda pese al atentado suicida de Hamás en Jerusalén

El atentado suicida del grupo radical islámico Hamás, en pleno centro de Jerusalén, que dejó el lunes un sangriento rastro de cinco muertos y 106 heridos, no ha logrado romper el proceso de paz entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP), presidida por Yasir Arafat. Cuando el eco de la tragedia aún no se había extinguido, las dos partes reanudaron ayer las negociaciones en la ciudad israelí de Eilat, a orillas del mar Rojo.

Según el jefe de la delegación palestina, Ahmad Korei, "las negociaciones continuarán durante toda la semana". El diálogo se centra sobre la retirada del Ejército israelí de la ciudad de Hebrón, en el sur de la Cisjordania ocupada; el control de los recursos de agua, y la suerte de los prisioneros palestinos. Las partes han establecido 15 comisiones de trabajo sobre diversos asuntos.Los contactos habían sido suspendidos previamente por el primer ministro israelí, Isaac Rabin, hasta después de celebradas las exequias por las víctimas del ataque suicida de Hamás. Arafat condenó el atentado, al que calificó de ataque contra el proceso de paz, y prometió luchar para prevenir nuevas acciones violentas desde las zonas bajo su autoridad.

Jerusalén volvió ayer a la vida normal aunque, de vez en cuando, enfurecidos grupos de jóvenes israelíes recorrían la ciudad gritando "¡Muerte a los árabes!", "¡Muerte a Rabin!" y "¡Muerte a los traidores!". La policía estuvo ocupada en desbloquear la calle donde se produjo el atentado, una importante arteria de la ciudad, y en controlar a los manifestantes.Disturbios antiárabesLos palestinos temían disturbios antiárabes, pero nada ocurrió. Los gritos de "¡Muerte a los árabes!" no se tradujeron en actos violentos. Ayer, predominó en general la calma ciudadana salvo una sola manifestación de unas decenas de personas en el lugar de la tragedia, aunque menos excitadas que la víspera. En los barrios árabes de Jerusalén Este, todo es como antes. Los comercios y restaurante están abiertos, y las escuelas también. Las calles están de nuevo llenas de gente.

Un portavoz del Ejército anunció anoche que el cierre de Cisjordania se extenderá hasta la madrugada del jueves, mientras que Gaza se abriría hoy, pero añadió que sólo se permitirá cruzar a Israel a los palestinos que tengan los nuevos permisos de trabajo. El Gobierno comenzó la semana pasada a renovar los permisos de los 16.000 palestinos de Gaza que trabajan en Israel y la mayoría aún no lo ha recibido.La oposición nacionalista y religiosa reclama, como de costumbre, la suspensión de las conversaciones con Arafat. El líder del Likud, Benjamín Nethanyahu, repite que uno no se puede fiar de Arafat "porque la Organización para la Liberación de Palestina es un grupo terrorista y porque parece que Arafat continúa predicando la yihad [guerra santa] contra Israel".Mucha gente no toma en serio al líder del Likud. "Bibi [Benjamin] es simpático, pero ¿sabe de política?", pregunta una mujer en la cincuentena que hace la compra en un céntrico supermercado de Jerusalén. "Admitamos que Rabin suspendiese las discusiones con Arafat. ¿Y después? ¿Qué va a hacer Bibi? ¿Cuál es su política alternativa? Todo esto no es nada serio", afirma un señor entrecano con sombrero de vaquero.

El diputado y ex general Ariel Sharon propone la suspensión de las negociaciones con los palestinos con el fin de organizar una verdadera lucha contra el terrorismo, aunque confiesa que no sabe cómo. "Si Rabin me invita le propondré mi plan", dice.El ministro de Medio Ambiente, Yosi Sarid, se burla de los "planes de Sharon". El líder de la izquierda sionista (Meretz) recuerda que Ariel Sharon, cuando era ministro de Defensa con Menájem Beguin, empujó a la guerra de Líbano, en 1982. "Esa guerra debía poner fin al terrorismo, pero costó 650 vidas a Israel y, por el contrario, dio vida al terrorismo shií", afirma.

En un editorial en primera página del diario popular Yedioth Aharonoth se lee: "Los últimos atentados refuerzan el sentimiento de que es preciso, acelerar las negociaciones y llegar rápidamente a un acuerdo con los palestinos... Los norteamericanos ya fijaron una fecha para la firma del acuerdo sobre el césped de la Casa Blanca. Una gran ceremonia, muy cara, muy pomposa y superflua. Tenemos ya indigestión de firmas solemnes... Es preciso firmar ahora algo en nuestra región con calma y discreción. El olor a sangre está aún en el aire. Aún no hemos superado el dolor".

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