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Dimite el ministro de Defensa colombiano por los supuestos pagos de los 'narcos' a la campaña de Samper

Por la boca muere el pez y el ministro de Defensa de Colombia, Fernando Botero Zea, tuvo que renunciar ayer. El lunes, acosado por los rumores que lo implican en el manejo de una doble contabilidad para encubrir las aportaciones del cartel de Cali a la campaña electoral que hace un año condujo a Ernesto Samper a la presidencia, Botero divulgó partes de la declaración que el fin de semana había prestado Santiago Medina, tesorero de la campaña electoral que él dirigió y en la cárcel desde hace una semana. La declaración de Medina, incorporado al Proceso 8.000, fue hurtada de la fiscalía.Su revelación en una conferencia de prensa realizada por Botero y por el ministro de Interior, Horacio Serpa, dio pie a otra investigación penal por el presunto delito de robo de documento público y violación del secreto del sumario. Ahora, como simple ciudadano, el ex ministro de Defensa pasa a la categoría de uno de los 2.800 involucrados en el proceso, y deberá rendir cuentas a jueces sin rostro, encargados de los casos de narcotráfico y terrorismo.

Aunque la vulnerabilidad de Botero en el Ministerio de De fensa era evidente, pues tenía la máxima responsabilidad en la recaudación de la campaña de Samper, 48 horas antes de presentar su "renuncia irrevocable" afirmó que no encontraba razón para dimitir: "En absoluto, ni he contemplado esa posibilidad". Ayer, reconoció que no puede prolongar más "una situación en la cual se pone en entredicho" su integridad personal y el honor de su familia.

Hijo del pintor Fernando Botero y de la directora del museo de Arte Moderno de Bogotá, Gloria Zea, el mayor de tres hermanos parecía haber coronado en el Ministerio de Defensa una vertiginosa carrera política en la que se caracterizó como exponente del ala derecha del Partido Liberal (PL). "No hay nada más grande y extraordinario en Colombia que las fuerzas militares y la Policía Nacional", dijo como epílogo a su carta de renuncia. En una de sus estrategias publicitarias llegó a bañarse, ante enviados de la prensa extranjera, con glifosato, herbicida utilizado para la erradicación de cultivos de marihuana, coca y amapola. Intentaba así desmentir denuncias de los ecologistas sobre los efectos nocivos del producto.

Más allá de lo efectista, Botero demostró su tendencia ideológica al dar vía libre a la constitución de cooperativas de autodefensa financiadas por hacendados como un medio de contener los ataques insurgentes, lo que se interpretó como la legalización de los grupos paramilitares, motor de la guerra sucia. Con frecuencia se achacó a su línea dura parte de las dificultades que ha tenido el Gobierno de Samper para concretar un acuerdo de paz con la guerrilla.

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