La sinrazón de las pruebas nucleares
Desde su elección como presidente de la República francesa, Jacques Chirac ha empezado a hablar claro y a emplear incluso un lenguaje duro. en temas políticos importantes. Su claridad acerca de la responsabilidad francesa en la criminalidad alemana contra los judíos ha sido acogida favorablemente. Con sus palabras tajantes en defensa de Bosnia se ha distinguido de una pasividad europea vergonzosa, aunque no es seguro que haya tras pasado el límite de de las palabras. Sobre las pruebas nucleares, al anunciar que Francia va a reanudarlas en los próximos meses, ha causado un fuerte impacto internacional. ¿Pero como hombre fuerte que vuelve a la política gaullista o como político anticuado que no sabe ponerse al nivel de los tiempos actuales?Estamos ante un acto político puramente francés y sobre Francia recae toda la responsabilidad. ¿Con qué resultado? Al cabo de pocas semanas está claro que la reacción en el mundo contra esa reanudación reviste una amplitud muy superior a lo ocurrido en otros casos. El aislamiento de Francia en ese tema es lo primero que se ha puesto de relieve. Nadie -con la excepción de Aznar, el jefe de la derecha española- ha aceptado con simpatía" esa decisión. Con niveles distintos de rotundidad, los países europeos han pedido a Francia que renuncie a ese proyecto o han expresado sus protestas. Lo nuevo y significativo es que esta vez no hay distinciones en función de las ideas políticas. No es una ex clusiva de los ecologistas, ni de la izquierda. Es una opinión general que desborda las opciones políticas. Desde luego con una virulencia mayor en la zona del Pacífico. Incluso en las islas francesas, que votaron en favor de Chirac en las últimas, presidenciales, crece ahora la protesta contra el proyecto chiraquiano de reanudar las prueban nucleares. En Australia, Nueva Zelanda, y especialmente en Japón se habla ya de boicotear los productos franceses.
En la raíz de esta reacción está el hecho de que Francia no ha sido capaz de explicar las razones de la decisión que ha tomado. Estamos ante un acto sumamente grave a nivel internacional, y no respaldado por una explicación seria. Actualmente todas las grandes potencias -con la excepción de China- aplican una moratoria sobre las pruebas. Con Mitterrand Francia se comprometió a esa misma conducta. ¿Por qué de pronto Chirac coloca a Francia en una posición distinta, anunciando que va a realizar las pruebas a las que había renunciado?
Nada en la vida internacional puede justificar un cambio de ese tipo. ¿De donde podría venirle a Francia una amenaza exterior que justificase la necesidad de mejorar su arsenal nuclear? Cualquier hipótesis hoy en ese terreno resulta ridícula. Es cierto que, después del fin de la guerra fría -y contrariamente a muchas esperanzas- han estallado guerras en diversos lugares. Pero ninguna de ellas se desarrolla en un marco en el que Francia podría pensar sensatamente en hacer uso de la amenaza nuclear.
Francia y Europa tienen hoy el gran problema de lograr un equilibrio con África que contenga una inmigración masiva que podría desbordarse. Es un problema que requiere negociaciones, medidas económicas, compromisos políticos como los que podrían salir de la prevista conferencia de Barcelona. Pero ¿piensa Francia utilizar la amenaza nuclear para presionar. sobre ese problema? Sería una locura de tal calibre que ni siquiera merece la pena considerar tal hipótesis.
¿Podría tratarse del deseo de Francia de mejorar sus armas nucleares ante la eventualidad de una nueva amenaza rusa? Tal actitud no sería un retorno al gaulliimo, sino más bien una pérdida de contacto con las realidades más evidentes del actual momento internacional.
En realidad, Chirac ni siquiera intenta invocar razones políticas para justificar su extraña decisión. Lo poco que ha explicado ha sido de carácter exclusivamente técnico. Francia necesitaría reanudar sus pruebas nucleares porque los experimentos anteriores han dejado algunos puntos pendientes que urge aclarar, para poder colocar a Francia al nivel de otros países nucleares; para que esté en condiciones de realizar luego nuevos experimentos sin necesidad de explosiones. Sin embargo este mismo argumento se podría repetir mañana alegando que el retraso de Francia sólo se podría superar con la realización de nuevas pruebas.
Chirac dice ahora que en 1996, Francia estará en condiciones de firmar el Tratado de prohibición total de. pruebas nucleares que otros países sé han comprometido a suscribir. Es una afirmación que tiene poca credibilidad, sobre todo después de la decisión francesa de reanudar las pruebas. El problema de fondo es que la prohibición de las pruebas es una decisión política y no técnica. Es absurdo pensar que se llegará a una igualdad, o a un equilibrio en los métodos empleados para mantener as armas nucleares con una operatividad más o me nos idéntica en todos los países nucleares. El sentido profundo del Tratado de no proliferación (TNP) es que, si bien se acepta que algunos países conserven su superioridad de posesión de armas nucleares, esta desigualdad se admite en una perspectiva histórica de disminución progresiva del arsenal nuclear en el mundo.
Al reanudar las pruebas nucleares, Francia hace exacta mente lo contrario: estimula a los países que, como Irán o Paquistán, estudian como producir armas nucleares violando los tratados, para adquirir así una situación de privilegio en relacion con sus vecinos. Para su imagen internacional, Francia no gana nada y probablemente pierde mucho al situarse la próxima a los países que están buscando los caminos más eficaces para violar los tratados internacionales.
Por otra parte, Chirac ha tomado su decisión olvidando que, después de Maastricht, Francia está comprometida a crear, con los otros países del continente, una Política Exterior Europea (PEE). Es un proyecto difícil, complejo, pero indispensable. Cada vez le será más difícil a un país europeo vivir solo, aislado, con una política exterior propia, separada de la, Comunidad. Francia ha sido en general uno de los países europeos que más ha insistido en a importancia de dar la máxima operatividad a la política exterior común. Pero ahora Chirac, al tomar la decisión de reanudar las pruebas nucleares por su cuenta, sin consultar a nadie, inflige probablemente la ruptura más grave a los esfuerzos comunes que se han llevado cabo para avanzar hacia una política exterior verdaderamente europea.
Las repercusiones más graves pueden manifestarse en las relaciones con Alemania. Esta nación ha asumido los compromisos más tajantes en el sentido de mantenerse alejada de todo lo referente a las armas nucleares. A todos los europeos nos interesa sobremanera ayudar a Alemania a conservar esa actitud. Lo lógico sería pensar que Francia está asimismo interesada en que Alemania reafirme su voluntad de conservar su política de seguridad dentro de un marco europeo. Y nunca fuera de ese marco. Son sin duda argumentos perversos los que han empujado a Chirac a alejarse de esa procupación. Quizá no tarde mucho en1ornar conciencia de ello.
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