Dos estilos diferentes
Mendoza, Oliveira Cuéllar,Agudo, Oliveira
Cuatro toros de Manuel Mendoza, desiguales de presentación, mansos y flojos. Un novillo de Ventura Oliveira, terciado y encastado. Todos sospechosos de, pitones.
Juan Cuéllar: pinchazo hondo, otro sin soltar y estocada desprendida (ovación); media atravesada (oreja).
Regino Agudo: estocada desprendida (oreja); media bajísima (ovación). Y el novillero Luis Alfonso Oliveira: pinchazo sin soltar, estocada -aviso- y se echa el novillo (vuelta).
Plaza de Chinchón, 25 de julio.
Tradicional festejo de Santiago. Corrida mixta. Casi lleno.
El singular e incomparable marco de la plaza Mayor de Chinchón, transmutado en bellísimo y original coso taurino, fue escenario ayer del teórico enfrentamiento de dos matadores amigos fuera de los ruedos, Juan Cuéllar y Regino Agudo, que empataron a un trofeo aplicando sus respectivos y diferentes estilos. Invitado especial a la función fue el novillero Luis Alfonso Oliveira.
Cuéllar y Agudo salieron a por todas, probablemente, y al margen de su rivalidad profesional como agradecimiento a unas ediles gobernantes que les prefirieron a ellos en el cartel antes que a las opacas, tristes y vulgares figuras, algunas de las cuales se habían ofrecido para el evento. Quizá la respuesta taquillera con las figuras hubiera sido inferior, porque los dos madrileños lograron abarrotar los graderíos, en igual medida que las balconadas de la plaza -una particular versión del tendido de los sastres. Ahí es nada, degustar los caldos y viandas de la tierra, presenciando de gañote una función taurina a los pies, que a partir de las nueve de la noche, con los faroles encendidos, adquirió mayores acentos mágicos.
Remedando a Serrat, cada uno es cada cual, y los coletudos fueron fieles a sus propias tendencias. Cuéllar aplicó recio toreo auténtico, de hondo clasicismo y basado en el enciclopédico temple, ligazón y quietud, siempre pisándoles el terreno a sus dos mansos enemigos para provocarles la embestida. Su cruz es que con la tizona sigue fallando muchísimo.
Agudo, en cambio, se prodigó con técnica posmodema: muletita retrasada y perdiendo pasos tras cada suerte. Pero, eso sí, pendiente de la estética poncista con la que conquistó al cotarro, tanto como con sus populistas giraldillas, desplantes y abaniqueos. En mayor grado en su primer toro, pues con el otro, que sacó un pelín de codicia, no se acopló. Sí lo hizo a ratos el novillero Luis Alfonso Oliveira, con una res de su propiedad, con la que brilló al natural y mostró deseos de ser alguien en el arte de Cúchares.
Sin trofeos en Santander
En la tercera corrida de la feria de Santander, celebrada ayer, se lidiaron toros de Baltasar Ibán y un sobrero de Antonio Pérez, que resultaron deslucidos, y no hubo ningún trofeo. Los diestros tuvieron el siguiente resultado: Joselito, bronca y ovación; Julio Aparicio, aviso y ovación, y silencio; José Ignacio Sánchez, aviso y ovación, aviso y silencio.
Babelia
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