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Sonrisas contra el dolor

Prueba piloto en Palma para animar a niños con cáncer

José, de casi cinco años, no ha salido nunca del hospital en el que nació. Habla, con dificultad y su respiración depende de una máquina. Tres payasos, Aspirino, Carabací y Vitamina, rompen su soledad y le inician en un viaje de risas contra, el dolor. Cuando le cambian los catéretes de las sondas, los payasos calman con sus distracciones el episodio. Es un espectáculo vitalista, con gestos, movimientos, trucos y premios. Allí se, persigue "volver a los niños a la vida".Los tres doctores de narizota roja pasan visita en el área, pediátrica del hospital público de Son Dureta de Mallorca, dos días por semana desde hace más de medio año. Su medicina es instantánea. Los tres pretenden crear un suave festival íntimo contra el dolor y la angustia. Es un equipo de diversión clínica, controlado por la dirección médica del hospital, que se denomina La Sonrisa Médica, una entidad privada creada por el padre una niña mallorquina gravemente enferma.

"No nos atrevemos a llamarlo terapia, pero buscamos romper el silencio, el aburrimiento y el dramatismo de estas áreas clínicas con niños oncológicos o crónicos", explica Miquel Borràs, presidente de la asociación privada que sostiene La Sonrisa Médica. La iniciativa es semejante a la que nació hace cuatro. añós en Francia, llamada Le Rire Médecin. El Insalud la impulsa en Palma como una prueba piloto en España, una actuación con calendario completo, alejada de las esporádicas fiestas navideñas o benéficas.

La suave charanga recorre los pasillos hospitalarios y un espectáculo singular inunda las, habitaciones. Los animadores informados de cada caso por los equipos médicos y de enfermería irrumpen con trucos y simulación allí donde están aislados y aburridos niños que han perdido las referencias de su entorno. La mayoría de los enfermos están lacerados por los radicales tratamientos contra el cáncer o mediatizados por largas y periódicas estancias en la clínica.

Miquel Borrás era un piloto de barco que dejó el mar, los petroleros y los mercantes al enfermar su hija. En uno de sus periplos, clínicos por París conoció las acciones periódicas de la experiencia francesa. "Pretendemos que el niño no pierda las referencias de su mundo infantil, que pueda divertirse; que venza el temor que crea la solemnidad y agresividad del mundo hospitalario", indica Borrás.

A veces, José y Pablo -nombres ficticios-, otro enfermo oncológico de seis años, y otros parientes se convierten en directores del espectáculo. Los actores que encarnan a los payasos, Marta Prats, Enric de las Heras y Camil Casasnoves, nunca antes habían tenido un espectáculo igual. "El primer día", cuentan, "cuando visitamos la unidad de cuidados intensivos, fue un instante impresionante, pero las actuaciones nos han dado respuestas absolutamente sorprendentes Un día, un niño que combatía la muerte y apenas se incorporaba de la cama, al oír sus sones y sus sonrisas se alzó para saludarles y sonreír, según relatan. "Llevamos batas blancas porque así desmitificamos el miedo que producen a los niños", concluyen.

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