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El camino torcido de dos rascacielos

Elsa Fernández-Santos

Que las Puertas de Europa, conocidas como torres KIO, sean dos gigantes inclinados es hoy algo más que un. capricho estético. Su historia, la de dos rascacielos que nacieron para sersímbolo del Madrid financiero y que acabaron siendo uno de los máximos exponentes de la recesión económica, se empezó a tambalear mucho antes de que los arquitectos John Burgee y Philip Johnson idearan su torcida forma.

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Sólo faltan dos meses para que los primeros inquilinos de las torres se trasladen a sus flamantes oficinas. El esqueleto de las torres -dos columnas vertebrales levantadas con 20.000 toneladas de cemento- ya no están a la vista de los madrileños, que durante meses han soportado los constantes parones de la obra. Las gemelas están prácticamente acabadas y relucen los cristales y el acero rojo de sus fachadas.Las torres KIO, conocidas así en referencia al grupo Kuwait Investment Office que, financió el proyecto Puerta de Europa, pertenecen a sus principales acreedores (Fomento de Construcciones y Contratas, con un 45,5%; Cajamadrid, con un 29,64%; Banco Central Hispano, un 22,36%, y Saenco, un 2,45%). Atrás quedan 36 años de accidentada historia.

Todo empezó el 5 de junio de 1957. La inmobiliaria de origen italiano Urbanor llegó a un acuerdo con la Comisaría General de Ordenación Urbana de Madrid para intercambiar unos terrenos del paseo de la Castellana -hoy la Ciudad Deportiva del Real Madrid y el Palacio de Exposiciones de la Cámara de Comercio- con otros de la zona norte, en la por entonces alejada plaza de Castilla. Los nuevos terrenos de Urbanor resultaron ser, a efectos prácticos, mucho más pequeños que los que habían entregado al Ayuntamiento. El consistorio aprobó, 10 años después, en 1967, la construcción de dos torres de 44 plantas. Si a lo ancho no podían compensarles, sí podían a lo alto. Poco tiempo después surgía el primer problema: en el Plan General del Área Metropolitana de la Plaza de Castilla aparecía como una zona rústico-forestal. El comisario de Urbanismo zanjó el asunto: lo de la zona verde era "un error de imprenta". El proyecto seguía adelante.

Pero en 1983 la tortilla dio la vuelta. El Ayuntamiento suspendía la tramitación de todas las licencias y reducía la edificabilidad de las fincas de Urbanor en la plaza de Castilla. Dos meses después, la empresa recurría contra el plan general. Otros dos meses más tarde, el plan se aprobaba con la devolución de la edificabilidad de las parcelas. A cambio, Urbanor se comprometía a construir un túnel y una multiestación de transporte.

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Negocio redondo

Faltaba un año para que llegaran los nuevos propietarios de los terrenos. Alberto Cortina y Alberto Alcocer compraron, en nombre de Construcciones y Contratas, Urbanor y sus terrenos por 4.000 millones de pesetas. Dos años después, en 1987, el pleno del Ayuntamiento daba el visto bueno a un asunto atascado desde 1957. Sólo Izquierda Unida votaba en contra. Los Albertos vendían los terrenos a Kuwait Investmen Office (KIO) por 21.000 millones. Un negocio redondo. Desde el 28 de febrero de 1987 hasta el 23 de febrero de 1990, los kuwaitíes soportaron los ataques de los vecinos del barrio de San Cristóbal y los recursos de IU contra la construcción de los rascacielos. Un año después, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid aceptó el recurso de IU y considero ilegal la construcción. A pesar de todo, KIO siguió con las obras. Finalmente fue la recesión económica y no la justicia la que frenó las obras. En diciembre de 1992, KIO suspendió pagos y paralizaba las obras.

La Puerta de Europa, que pretendía ser símbolo del Madrid financiero, se convirtió en todo lo contrario: en el máximo exponente de la recesión económica. En 1993 las torres se intentaron vender en pública subasta al precio de 80.000 millones de pesetas en la primera subasta y 60.000 en la segunda. Las dos subastas se declararon desiertas. Pero a la tercera, el 22 de noviembre de 1993, las dos torres se vendieron por 16.500 millones de pesetas a los principales acreedores de KIO. FCC, Cajamadrid y el Banco Central Hispano eran sus dueños.

Después de casi dos años de parón, las obras se reanudaron en noviembre de 1994, y en menos de un año de los dos gigantes han desaparecido los andamios y los sacos de cemento. A sus pies ya funcionan el túnel de la plaza de Castilla y la multiestación, y a la plaza de Castilla sólo quedan por llegar los hombres y mujeres que podrán contemplar Madrid desde una torre inclinada.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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