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Tribuna:GATOMAQUIAS
Tribuna
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Apoyo Positivo

Como todas las auténticas cavas donde se crían las músicas urbanas, del jazz al rock, los subterráneos del Revólver, en el barrio de Argüelles, tienen atmósfera de catacumba, mejor katakumba, para respetar la irrespetuosa k, rebelde también kontra la ortografía. El pasado día 28, la boca del Revólver se atragantaba con una legión de jóvenes dispuestos a gozar y a sudar con un cartel de lujo en las profundidades. Un cartel imposible de confeccionar con fines comerciales en una sala de estas características, La UVI, La Frontera, Burning, Los Enemigos y Los Rodríguez se daban cita en los promiscuos camerinos, del templo, azulejos blancos de cuarto de baño, siempre empañados y cubiertos de grafitos, souvenirs de los distintos grupos y solistas que por allí pasaron. Entre viñetas de comic y pintadas escatológicas, mensajes antifascistas y antirracistas, exabruptos en diferentes idiomas que una paciente limpiadora borra cada cierto tiempo para dejar paso a una nueva memoria. Ana Curra, que oficiaba de introductora, y los veteranos rockeros del programa estaban allí para participar en una fiesta organizada por Apoyo Positivo, pequeña, activa y solidaria asociación antisida, formada por un puñado de voluntarios que se ocupan de prestar ayuda moral, médica y psicológica a los seropositivos. Solidarios contra un virus que ha sobrevolado mortíferamente sus filas, los músicos derramaron sudor y derrocharon sus mejores esfuerzos para recaudar fondos contra la enfermedad y prevenir a sus fans adolescentes sobre la fatal amenaza que a muchos de ellos les pilló desprevenidos e indefensos.En la resaca de aquellos años movidos de "sexo, droga y rock and roll", en una ciudad apagada e inmovilizada desde las alturas municipales y hoy también autonómicas, aún brillan y se mueven en la noche las luciérnagas, y frotan sus élitros eléctricos cigarras noctámbulas y atronadoras en las más recónditas madrigueras de la urbe. La derecha local en el poder demuestra, tal es su vocación, en el día a día, su voluntad represora y su hipocresía moral. No quieren acabar con los problemas sino enterrarlos según su receta favorita. Enterrar a los coches para que no se vean los problemas del tráfico, enterrar a las prostitutas en guetos, barrer de las calles a los mendigos, a los inmigrantes de color, a los toxicómanos. No buscan soluciones éticas sino estéticas, una palabra temible en sus labios. El concejal Echevarría propone un barrio chino porque no quiere que la ciudad tenga un aspecto cutre. Es la forma y no el fondo lo que les preocupa. Que se prostituyan, que se pinchen, que se mueran de hambre, de enfermedad, o de asco, pero que lo hagan fuera de la vista de las, personas decente!, sin amargarles el desayuno, sin agredirles sus lacras cuando sacan a pasear al perrito, estercolador impune de aceras y parterres.

La noche de Apoyo Positivo en Revólver fue una flesta de sexo, gomas y rock and roll, el mejor rock de la ciudad y 2.000 preservativos para un sexo saludable. La derecha municipal, aliada con la jerarquía eclesiástica, opusdeística y decimonónica dedicará siempre más fondos, de caridad, nunca de solidaridad, a las autodenominadas asociaciones provida que a la lucha contra la muerte del sida. Una plaga a la que, en su ignorancia supina, prepotente y estremecedora, ellos se creen ajenos, azote de pecadores y marginados a los que hay que marginar aún más para que no contaminen con su mala sangre a las puras ovejas de su rebaño, que se salvarán, así lo piensan, siempre que practiquen el sexo conyugal, a oscuras y por vía intravenosa. Niegan la evidencia pues creen, como creyeron de la lepra o la peste sus ignorantes ancestros, que se trata de un castigo bíblico y selectivo que envía su vengativo dios a los que no están, de su lado.

En la noche de Apoyo Positivo, nubes de transpiración y guitarras desgarradas, el Revólver recuperó los duentes del Rock-Ola, los espíritus de la protomovida convocados por los acordes y las disonancias de veteranos y emblemáticos supervivientes, confabulados esta vez desde la solidaridad y la protesta. Flotaban en el aire las presencias de tantos amigos y compañeros desaparecidos, antiheroicos héroes y víctimas invictas de este mal del fin de siglo. Fue una noche festiva, una auténtica demostración provida, un akelarre, una conjura vital contra todos los virus y contra todos los muermos.

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