Atropello
Hace ahora exactamente 19 años que la Triple A secuestró y acribilló a balazos en Argentina a dos entrañables amigos, altos funcionarios de la Universidad de La Plata: Rodolfo Achem y Carlos Miguel. Mi primer hijo se llama Rodolfo Carlos, en homenaje a estos amigos.Cuando acudimos a acompañar sus restos al cementerio, la policía cargó contra la multitud reunida, secuestró los féretros y los inhumó por su cuenta. Recuerdo con cuanta rabia e indignación asistí a aquel atropello al ejercicio al derecho constitucional de reunión y al más elemental y humano de despedir a los muertos. Eran los tiempos de Isabel Perón y, en los hechos, al frente del Gobierno, se hallaba el inefable López Rega.
Los episodios acaecidos en el sepelio de Lasa y Zabala me han hecho revivir todo aquello. El Estado democrático no sólo se deslegitima ante sus impugnadores cuando organiza bandas parapoliciales para secuestrar, torturar y asesinar. También cuando impide el homenaje más elemental a las víctimas de sus atropellos.-
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