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Georg Baselitz: "Amo a estética de la ruptura"

Retrospectiva del artista alemán n el Guggenheim de Nueva York

Una gran retrospectiva la primera en Estados Unidos sobre la obra de Georg Baselitz, artista que dice amar la estética de la ruptura, se exhibe hasta el 17 de septiembre en el Museo Gu9genheim. de Nueva York. La muestra incluye 100 pinturas desde los existenciales años cincuenta a la serie de héroes y abstractos de finales de los setenta, toda la revolución de pinturas al revés que comenzó en 1969, terminando con la serie de pinturas asimétricas que recuerdan a Mondrian y un gran número de esculturas.

Georg Kerri es el verdadero nombre del pintor, que nació en 1938 en Gross Baselitz, un pueblo cerca de la frontera polaca en la antigua Alemania del Este. De su ciudad natal tomó su nombre artístico: Baselitz. Siempre quiso ser independiente, empezando por su nombre y su decisión de ser pintor contra su familia. Un rebelde que, con elementos convencionales y comunes, ha creado un universo de formas inusuales y una estética de ruptura en reacción al trauma de su infancia y juventud en Berlín Este, donde, recuerda, "el arte era una manifestación oficial, un arma política, y no se filtraba ninguna información sobre el arte moderno de posguerra".Desde el principio, su obsesión, en sus propias palabras, fue: "Crear un nuevo modelo de pintor alemán, un nuevo tipo de pintura en -Alemania, un nuevo estilo figurativo". Jugó con la tradición, alterándola, subvirtiéndola, como si el pintor del siglo XX fuera un asesino del pasado. "Amo la estética de la ruptura. Nunca pensé en el arte como algo útil ni en usar la elevada ventaja cultural europea para mejorar algo. La pintura la reinventa el pintor y sólo existe en él. Históricamente, no ha sucedido nada; encuentro absurdo y filisteo buscar un significado en la pintura. Hay que hacer cosas nuevas y matar las anteriores. Los antiguos maestros se iban matando unos a otros, pero tenían escrúpulos. Yo no los tengo. Siempre he pintado contra la armonía del pasado,. La lucha en la historia del arte no me interesa. Mi método es empezar pintando en el caos, en lo disarmónico. Mi gran tragedia es que emerge la armonía de nuevo".

Aunque rechaza toda influencia y su trabajo es realmente personal, su obra sintetiza las influencias de maestros que encontró en sus viajes, desde los franceses como Gericault o Soutine a los manieristas italianos, de los que ama "su gusto por el exceso y sus penosas vidas", desde su amor al arte insano, como la obra de Artaud, a la de los surrealistas y dadaístas.

Desde hace más de treinta años, su obra se centra en la figura humana. Distorsiona los cuerpos, les da un volumen monumental, con proporciones de dioses, los desdobla o incluso los recorta y los pega como un collage, pero siempre guardan la figura humana. Sus héroes son la antítesis de la burguesía, arquetipos rebeldes: el partisano, el trabajador, el poeta, el pintor, "personajes marginales de la sociedad", dice, "como considero al propio artista, una casta aparte", que se refleja en obras. como The greatfriends o The new type, ambos de 1966.

Su primera exposición en 1963 causó horror, ofendió, desagradó, "hasta se me acusó de pornógrafo y obsceno", recuerda. "No se entendió anda. Lo importante es que habla de mis comienzos biográficos. He hecho lo que he pensado. Ser independiente ha sido mi salvación. El artista no puede ser un esclavo del público. Debe salvaguárdar su visión, que es el cóncepto espiritual del arte".

Rechazo del pasado

A diferencia de otros artistas alemanes, Baselitz siempre rechazó el pasado, obsesionado, como pintor del siglo XX, en romper con la tradición. De ahí su estilo confuso, semifigurativo-abstracto, con el que intenta resolver el problema de la relación pasado-presente, belleza y fealdad. La salida la encontró en 1969, creando un universo invertido. Figuras, paisajes e interiores los pinta al revés, "subvertiendo las expectativas normales de la pintura y forzando al espectador a aceptar un mundo invertido que cuestione las bases de la técnica pictórica". El primer cuadro de este tipo es Der Wald auf dem Kopf (El bosque sobre la cabeza). Baselitz lo explica: "El objeto no expresa nada. La pintura es autónoma. Me dije: si es así, ¿qué ha sido el objeto en la historia de la pintura? ¿Por qué respetar la jerarquía del cielo arriba y la tierra abajo? Así decidí pintar al revés. Era la mejor forma de liberar la representación del contenido, el presente del pasado".El último campo de gran experimentación, que se muestra en exposición, es el de la escultura, que triunfó definitivamente cuando se expuso en la Biennale de Venecia en 1980. "La escultuIra es como un milagro", dice el artista. "Todo lo que se hace posee un fantasma". Como en la pintura, se centró en la figura humana, utilizando la madera como única materia, que talla y pinta de colores, dando un resultado entre trágico y cómico.

Gran coleccionista de arte africano, Baselitz explica: "Al esculpir, siento como si fuera excavando la tierra. Me interesa la escultura primitiva, el arte africano. Contiene la esencia de lo que debe ser el arte: el ancestro no es un enemigo. No se tienen referencias y la relación del artista con la obra no existe". Su escultura influyó en su obra pictórica, simplificando su formato y dotándola de una paleta brillante de colores.

Hoy, el artista vive en un castillo en Alemania, donde continúa trabajando en la soledad de techos altos y los raudales de luz que entran. "Llevo un vida normal, de burgués, pero cuando pinto me siento fuera de la sociedad", asegura.

Empezó obsesionado por el caos y la inquietud; ahora vive un periodo calmado. La exposición, que omite los últimos trabajos de los noventa, deja una sensación de intriga. Baselitz: ¿mejorará o empeorará? Él responde, riendo: "Excluyo ambas posibilidades. Mi problema es corregir por la mañana la mierda que pinté el día anterior".

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