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Tribuna:EL FUTURO DE EUROPA
Tribuna
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Extraña sordera o provincianismo recalcitrante

Xavier Vidal-Folch

Es lógico que las masas no se levanten enardecidas ante unos proyectos contra el desempleo. -Cannes tratará este asunto mediante un mediocre informe de sabios sobre la competitividad y unas propuestas para incentivar las iniciativas locales de empleo- que todavía están en mantillas.Es lógico que los preparativos técnicos de la unión monetaria otro debate de la cumbre encandilen casi únicamente a los adoradores nocturnos del ecu y demás víctimas de los costes de transacción de las monedas.

. Y es comprensible que la solidaridad con Bosnia -una manifestación ciudadana recordará hoy al Consejo Europeo, los efectos de que no exista una política, exterior común- suscite más simpatías: las gentes volcadas en las calles ofrecen más calor que los abrumadores expedientes de los despachos de Bruselas.

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Lo que ya parece menos normal es que asuntos como la creación de ' una policía europea con potentísimos ordenadores, gruesos ficheros y altas facultades para la persecución del delito dejen fría a buena parte de la ciudadanía y a la mayoría de los medios de comunicación españoles, ¡justo cuando el país atraviesa una . impresionante crisis política por el manejo de datos y el desmande o la utilización aviesa de un servicio de espionaje! ¡Y cuando el narcotráfico y la drogadicción aturden a miles de familias!

También resulta insólito el escaso nivel de atención de los medios más populistas y presuntamente militantes, así como el primario debate sobre el debate del reparto de los fondos de solidaridad con los países menos desarrollados. de África, el este europeo el sur mediterráneo, ¡en un país que se moviliza apasionadamente para conseguir la cuota del 0,7% de los presupuestos generales del Estado para los países en desarrollo, meros peanuts frente a las cifras que se barajan en la Unión Europea!

Estas sorderas pueden obedecer a la confusión con que se alumbran los proyectos comunitarios. La complejidad normativa para la toma de decisiones y la necesidad de consenso entre 15 países vecinos pero en ciertas cuestiones muy distantes comporta estos peajes: la falta de visibilidad de la importancia de los avances, la pérdida de rumbo entre la maraña de pequeños conflictos.

Esta explicación constituirá a lo mejor una eximente para ciudadanos mal informados. Pero no es ninguna atenuante para las élites de opinión. Para quienes, con el fin de hundir al Gobierno de turno, convierten el problema del fletán en una tragedia como la pérdida de Cuba, o el arranque de viñas en un Trafalgar, olvidando, por ejemplo, que el campo español no existiría sin los fondos de la Unión Europea.

Para quienes sueñan todavía con una 'España nacional-nacional, aparentando ignorar que el 80% de las grandes decisiones se toman más allá de los Pirineos. Para quienes algún día criticarán los excesos de Europol, habiendo renunciado a forzar su prevención; lamentarán la retirada de los cascos azules de Bosnia tras haber denostado el compromiso militar propio, y acusarán a Bruselas de sórdido egoísmo después de haber despreciado el debate de los mecanismos, objetivos y recursos de la solidaridad. Esos provincianos recalcitrantes.

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