Una organización con radiotransmisores garantiza el aprobado en selectividad
Una organización equipada con cinco radiotransmisores garantiza el aprobado en la selectividad. La tarifa va de 40.000 a 60.000 pesetas por examen. A cambio de ese dinero, los miembros de la trama soplarán al alumno las respuestas adecuadas, parapetados en un automóvil y a unos centenares de metros del lugar donde se celebren las pruebas.Hace un mes, un anuncio en la marquesina de una parada de los autobuses que llegan a la Ciudad Universitaria mostraba el lema Aprobar sin estudiar, y facilitaba un número de contacto (el de un teléfono móvil). Después era sencillo localizar al grupo de personas que se desenvuelve en varios campus y para las que soplar en los exámenes es toda una profesión. Claro, que para la operación hay cola.
Los cinco aparatos de los que dispone el grupo ya están asignados: este periódico localizó ayer por teléfono a uno de los organizadores. Un periodista que se hizo pasar por estudiante solicitó que le ayudaran a aprobar el examen de filosofia de la selectividad, que en la Comunidad de Madrid se celebra mañana, lunes. "Imposible", dijo la voz del teléfono, "tenemos ya el cupo completo; vuélvenos a llamar en septiembre".
El método es simple: el estudiante, minutos antes de empezar la prueba, se coloca un receptor del tamaño de un botón pequeño en la oreja y un comunicador diminuto en el reloj de pulsera (así lo explicó el interlocutor del periodista, al otro lado del teléfono).
Dentro de un coche, a 300 metros de distancia de la sala del examen, se apostan dos sopladores, equipados a su vez con un radiotrasmisor. Uno de ellos es licenciado y se ocupa de buscar y elaborar los temas, consultando para ello los libros y apuntes que le proporcione el propio estudiante. El otro dicta. Según cuentan en la organización -que dispone de un teléfono móvil de contacto-, los profesores que vigilan las pruebas no han descubierto nunca a ningún estudiante conectado a su red, a pesar de que llevan más de un año amañando exámenes de todo tipo.
Cuando un estudiante llama al número, anunciado, un hombre, que se define a sí mismo como "el que recoge los recaos", apunta el teléfono del socitante para llamarle días más tarde, según comprobó este periódico.
PASA A LA PÁGINA 5
'Aprobar sin estudiar' asegura resultados en todos los centros
VIENE DE LA PÁGINA 1El método "infalible" para aprobar cualquier examen universitario no se ocupa sólo de las pruebas de selectividad. Los miembros de la organización Aprobar sin estudiar se desplazan a cualquier campus de la región, y por 100.000 pesetas garantizan el aprobado de una asignatura universitaria. En una oposición importante, el precio se puede disparar hasta "las 200.000".
"Esto no tiene fallo posible; incluso yo estoy pensando apuntarme a una oposición de telefónica", señaló el hombre de los recados. Los estudiantes dispuestos a pagar deben entrevistarse días antes con los organizadores para "practicar". Incluso deben llevar a esa cita, y posteriormente al examen, un libro o los apuntes sobre los que van a versar las preguntas de la prueba.
"Es un método muy fácil; incluso las chicas, que suelen ser más torpes para esto, aprueban sin problema", comentaba ayer el portavoz al otro lado del teléfono móvil. La organización también paga una comisión a los "licenciados" encargados de especificar lo que se dicta. "Para exámenes de Ciencias enviamos. licenciados de Ciencias y para los de Letras, de Letras", prosigue. "Los aparatos los hemos traído de Alemania y cada uno cuesta medio millón de pesetas".
Mercado comprometido
Con respecto a la selectividad, el grupo ya tiene todos los radiotransmisores comprometidos. "Incluso para septiembre ya tenemos gente, pero tú llama en septiembre", aconsejaba el recadero. Cuando se le preguntó si conocía la existencia de otro grupo de soplones electrónicos a distancia, respondió que no.
El sistema no es nuevo. En la Universidad Complutense, hace ya ocho años, un grupo de estudiantes, armados con radiotrasmisores, consiguió durante dos cursos "aprobar todos los exámenes de la carrera", según contaba ayer un ex alumno.' "Utilizábamos frecuencias bajas no empleadas por los radioaficionados; ocultábamos los minimicrófonos en la ropa y, desde un coche, dos personas, una con un libro y la otra con el radiotrasmisor , nos soplaban el examen", cuenta el antiguo estudiante.
Hace ocho años, la regla no escrita era que el soplón repitiera todo dos veces y que los estudiantes (a veces se soplaba a más de uno a la vez) no escribieran lo que les dictaban al pie de la letra. Había quien tenía la sangre fría de preguntar en voz alta al profesor, con el conducto del trasmisor abierto, si podía repetir las preguntas para que los del coche oyeran mejor las cuestiones.
"Eso sí, nunca cobramos por pertenecer al Sistema [nombre con el que se autodenominó el grupo]", añade el antiguo alumno. "Era una especie de rebelión contra los planes de estudios y contra la cantidad de tiempo que perdíamos en la universidad", añade. "Cuando escuchabas a tu amigo dictántote, sentías que te hablaba tu Angel de la Guarda".
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