Chernomirdin, el gran negociador
En nueve ocasiones, desde poco después de las dos de la madrugada del pasado domingo hasta bien entrada la mañana de ayer, el jefe del Gobierno de Rusia, Víktor Chernomirdin, dialogó con el guerrillero checheno Shamil Basáiev ante las cámaras de televisión. El resultado es un documento único en su género que ha hecho cambiar de opinión a algunos, de los periodistas rusos presentes en las conversaciones que Chernomirdin mantuvo desde la antesala de su despacho en las orillas del río Moscova.
Como orador, este tecnócrata de 57 años que hizo carrera en la industria del petróleo y el gas no ha mejorado en absoluto. Lo que sí ha cambiado es la imagen de quien hasta el viernes aparecía como una obediente y apocada sombra del presidente Borís Yeltsin. Sus diálogos con Basáiev parecen haber transformado a Chernomirdin en un político capaz de negociar y de tomar decisiones. Siempre se dirigió a Basáiev por su nombre completo y el momento más tenso se produjo poco después de las ocho de la noche del domingo, cuando el guerrillero le dijo que desconfiaba de él, que lamentaba haber liberado a parte de los rehenes y que no pensaba salir del hospital esa noche.
Chernomirdin parecía actuar por cuenta propia, contando con la ayuda exclusiva de los miembros de su aparato, aunque muchas personas pasaron por las dependencias gubernamentales. Un testigo creyó advertir un tono de ruego en la voz de Chernomirdin cuando, en la madrugada de ayer, llamó a Víktor Yerin, el ministro del Interior, que se encontraba en Budiónnovsk. El jefe del Gobierno pidió al responsable de la policía que comprobara cuidadosamente que no quedaban minas en el hospital, y le subrayó que lo principal era liberar a todos los rehenes.
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