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Científicos rusos denuncian el azote e un combustible de misiles nucleares

Pilar Bonet

El heptilo (un combustible líquido usado en misiles nucleares) supone una grave amenaza ecológica para Rusia, en cuyo territorio existen decenas de miles de toneladas de esa sustancia tóxica, según advirtió Alexei Yáblovok, presidente de la comisión de Ecología del Consejo de Seguridad de Rusia, que intervino en el I Congreso de Conservación de la Naturaleza inaugurado ayer en Moscú. Rusia hubiera sucumbido a la contaminación por heptilo en su propio suelo, en el caso hipotético de que haber disparado un 10% de sus misiles, señaló el científico.Eliminar los combustibles en el proceso de destrucción de los misiles nucleares, prevista por los tratados START-1 y START-2, puede ser un problema tan importante como la destrucción de las armas nucleares, dijo Yáblokov. Millones de hectáreas de Rusia (especialmente en Arjángelsk, donde está el polígono de misiles de Plesetsk, en la república de Yakutia y en la región del Altai) están contaminados por fragmentos de cohetes, caídos al suelo con restos de combustible. Documentos del congreso piden revisar los programas cósmicos rusos teniendo en cuenta las exigencias ecológicas, ya que el 80% de la "basura cósmica" actual pertenece a Rusia.

El heptilo es sustancia muy volátil. Se oxida en contacto con el aire formando otras sustancias químicas más peligrosas aún tiene efectos paralizantes, cancerígenos y asfixiantes, según seña la el profesor norteamericano Murray Feshbach en un libro sobre el legado ecológico soviético Feslibach es autor del primer atlas de medio ambiente y estado de salud de Rusia, presentado ayer en el congreso. Aparte d las 250 toneladas de heptilo que han caído de la atmósfera, la chatarra en los polígonos de lanzamientos de cohetes supone 30.000 toneladas.

Armas químicas enterradas

En Rusia un problema más grave que los arsenales de 40.000 toneladas de armas químicas que deben ser destruidos bajo control internacional, es la cantidad muy superior de este tipo de armas que fueron enterradas, quemadas o hundidas sin las precauciones necesarias. "Hasta ahora los datos son secretos y se necesita un inventario de tales lugares", revelan los informes del congreso.

Según Yáblokov, Rusia no tiene aún un programa coordinado para destruir sus armas químicas, pero posee una tecnología nueva que permitirá neutralizar sus arsenales sin sacarlos de sus actuales depósitos. Con sus propios medios, Rusia tardaría 15 años en poner en lugar seguro todo el combustible nuclear que hoy se acumula en los varios centenares de submarinos atómicos dados de baja, señaló Yáblokov. Este responsable reveló que un 25% de Rusia sufre secuelas de contaminación y que sólo 12 regiones han dado a conocer mapas de contaminación radiactiva que deberían haber sido concluidos en 1993.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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