Fuerzas Armadas y solidaridad internacional
El mundo atraviesa un periodo de transición. Los fundamentos de la época del enfrentamiento entre bloques han perdido su razón de ser y las estructuras de la nueva era están en fase de consolidación. Crisis que antes se controlaban por el equilibrio de intereses de las dos superpotencias se enconan. Tras el fin del mundo bipolar, las superpotencias ya no tratan de ocupar los vacíos de poder producidos por una crisis local ocupándose directamente de su solución. Ello ha obligado a la comunidad internacional a asumir nuevas responsabilidades.Ya no hay dos grandes y omnipresentes gendarmes y todas las naciones que quieran tener influencia o ser tenidas en cuenta deben aceptar una cota de responsabilidad proporcional a su tamaño, vocación internacional e intereses más allá de sus fronteras. Los ciudadanos no pueden comprender todavía lo que significa esta situación. Perciben que no existen amenazas concretas, pero no saben muy bien cómo pueden afectarles los riesgos y conflictos en la posguerra fría. Perciben riesgos como las ideologías racistas, los extremismos religiosos y las graves desigualdades socioeconómicas, pero no son inmediatos.
Sin embargo, los medios de comunicación les han acercado a los dramas humanos. La televisión proyecta casi en directo la muerte de civiles inocentes, combates intensos, la destrucción de países, provocando desasosiego e indignación. La reacción es exigir una solución a los Gobiernos y las organizaciones internacionales a través de las Fuerzas Armadas. La contradicción aparece después, cuando las fuerzas propias, implicadas en la resolución de un enfrentamiento que no afecta directamente a intereses vitales nacionales, sufren bajas. La paradoja consiste en que se demanda una solución, incluso por la fuerza, sin arriesgar la vida de los soldados propios. Esto dificulta, incluso a las superpotencias, asumir protagonismos en solitario: es la herencia de Vietnam y Afganistán.
Los Gobiernos tienen un estrecho margen de actuación. Según cada momento, son acusados de ir demasiado lejos o quedarse cortos. Su opción consiste en el empleo de las Fuerzas Armadas con objetivos realistas y limitados. Aun con estas limitaciones, los ejércitos son hoy pieza clave en la resolución de los conflictos y, por tanto, son un instrumento para la solidaridad mundial.
Precisamente porque los ejércitos responden a ese ideal de solidaridad sus unidades no tienen que ser exclusivamente profesionales. Muchos jóvenes están dispuestos a contribuir a las relaciones pacíficas entre los pueblos y se presentan voluntarios. Alternativamente, se ofrecen a organizaciones civiles.
Este esfuerzo compartido está siendo demostrado en Bosnia-Herzegovina. La ausencia de soluciones operativas para una guerra que es difícil de comprender es paliada con las labores humanitarias y mediadoras de los ejércitos.
La situación es hoy delicada para las fuerzas internacionales desplegadas y los cooperantes civiles. Más de 300 cascos azules, entre ellos dos españoles, han sido retenidos, violando las convenciones internacionales, por el bando más radicalizado y dos doctores de Médicos del Mundo han sido víctimas de un atentado fruto de la locura individual. La comunidad internacional no puede tolerar estas agresiones. El Gobierno español cumplirá con los compromisos que ha asumido, con calma y firmeza, y los mantendrá mientras puedan llevarse a cabo las misiones de Naciones Unidas.
El ideal de paz perpetua de Kant no parece haberse alcanzado. Los ejércitos siguen siendo necesarios para garantizar la a través de la disuasión y el ejercicio de la fuerza dentro de los límites del derecho internacional. Los ejércitos son también un factor esencial de la política exterior. Nuestras Fuerzas Armadas han probado su preparación y mejorado su formación en misiones exteriores delicadas. En los tiempos venideros deberemos habituarnos a verlas en este tipo de misiones con todas sus consecuencias. Para garantizar su éxito debemos dotarlas de los medios necesarios, limitados hoy.
A través de su trabajo discreto, profesional y generoso, nuestras Fuerzas seguirán demostrando su identificación con los valores de nuestro tiempo y el espíritu solidario del pueblo español.
es ministro de Defensa.
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