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FERIA DE SAN ISIDRO

Uceda Leal sufre contusiones y fractura escapular del hombro derecho

EMILIO MARTÍNEZ La tremenda paliza que el tercer novillo dio ayer a Ignacio Uceda Leal le ha provocado, además de un puntazo corrido en la espalda y contusiones múltiples de pronóstico reservado, fractura escapular del hombro derecho, que le fue inmovilizado. Esta lesión se comprobó a su llegada a la clínica en la que fue ingresado tras ser atendido en la enfermería. Hoy le harán análisis radiológicos en la zona costal para saber si también tiene costillas rotas.

Su compañero José Ortega. también sufrió un puntazo corrido en el cuello, contusiones y erosiones múltiples y ligera conmocion cerebral, de pronóstico leve. El novillero salió por su propio pie de la plaza y se marchó al hotel, de donde pasó a su domicilio en Madrid después de asistir a una tertulia radiófónica. El tercer coletudo, Paco Cervantes, sufrió ruptura fibrilar en la pierna derecha, de la que cojeaba al marcharse del coso, que no le impidió iniciar el viaje de regreso su casa de Alicante.

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La llegada de Uceda y Ortega la enfermería fue dramática, ya que se pensó que iban fuertemente heridos. "Ha sido un milagro que a ninguno de los dos les hayan calado los pitones de sus respectivos enemigos", confesaba el doctor Máximo García Padrós tras haberles atendido.

También en los dos casos, al tratarse de toreros madrileños, se acercaron a la enfermería varios familiares y amigos, algunos con lágrimas en los ojos, y allí coincidieron con cuadrillas, apoderados, así como con el empresario José Luis Lozano, con Pedro Mora -gerente del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad-, y con gran número de toreros, como Gregorio Sánchez, Fernando Cepeda, Rafael González, Boni y otros.

También en ambos casos, y una vez comprobado que ninguno de los heridos estaba grave., los novilleros salieron por su propio pie: Uceda Leal, con una bata verde, camino de la clínica; Ortega, tras colocarse nuevamente la chaquetilla ensangrentada, camino del ruedo. Igualmente coincidieron en besar las orejas que habian cortado y que les llevaron sus peones.

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