Los universitarios 'de matrícula' cifran su éxito en el esfuerzo mas que en un talento excepcional
Los 109 graduados que ayer recibieron de manos del ministro de Educación y Ciencia, Gustavo Suárez Pertierra, los Premios Nacionales de Fin de Carrera correspondientes a la promoción universitaria de junio 1994 seguramente comparten con él la idea de, que su éxito personal se debe tanto a su inteligencia como a su esfuerzo. Y, sin duda, mucho más a lo segundo que a lo primero. Al menos eso es en lo que seis de ellos coincidieron absolutamente al ser entrevistados por este diario unas horas antes de que los 109 sobresalientes recibieran, en el salón de actos del CSIC, su diploma y su talón bancario por valor de 425.000, 325.000 o 275.000 pesetas, según las tres categorías establecidas.Ninguno se ve a sí mismo con ese halo que supuestamente nimba la cabeza de las personas superinteligentes. Lo que sí reconocen todos es que han trabajado mucho y que a ello deben esa mochila cargada de matrículas de honor con la que salieron, en junio de 1994, al mundo laboral o al de la especialización en la formación de posgrado.
Lourdes de la Puente, por ejemplo, que se graduó como enfermera por la Universidad de Valladolid, aunque no se reconoce como una "empollona" dice que sí, que ha trabajado mucho diariamente". Pero mínimiza su mérito al señalar que en sus estudios "el nivel general del alumnado es muy alto". Su excelente currículo no le ha servido para encontrar un trabajo estable; sólo contratos de sustitución porque no acaban de convmarse las oposiciones en la sanidad pública. Sólo un punto, de partida.
Mónica Jiménez Herreros, flamante licenciada en administra ción, y dirección de empresas y que trabaja en Aviaco con una beca del INI, cree que el expediente cuenta más en el sector público que en la empresa privada, en la que "un buen currículo académico es sólo un punto de partida; tal vez la demostración de que se está en condiciones de aprender". Y afirma con seguridad que la "relación entre dedicación, constancia y buenos resultados es inexorable".
Alberto Aniz, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Navarra, debe su premio a 23 matrículas de honor, 5 sobresalientes y 3 notables. Seguramente también ese apabullante cuirículo le proporcionó el contrato de un año con la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona, en cuyo departamento de tesorería trabaja. Y desde luego que se reconoceen la "lista de los del trabajo diario y constante". Aniz lo explica así: "A la gente muy capaz, que lo fía todo a su talento, la vida suele darle muchas sorpresas. Yo tengo muy claro, pensando en el esfuerzo de mis padres, que no me perdonaría a mí mismo si húbiera empleado seis, o siete años para hacer una carrera de cinco".
Oscar Alonso, Molina, licenciado en bellas artes por la Complutense no ha contabilizado las horas de trabajo que le han llevado hasta este premio. "Tengo la impresión de haber vivido todos los días de los cinco años de la carrera en la facultad". Una facultad en la que "es posible encontrar, pese a lo que la gente suele pensar, espacio suficiente para el estudio, la reflexión teórica y la investigación", apostilla.
Juan Miguel Gambin obtuvo su diplomatura de graduado social en la Universidad de Murcia con 10 matrículas, 6 sobresalientes y 2 notables. Dice que también él debe su éxito académico al trabajo, pero sobre todo al estímulo que encontró en los profesores de la escuela de Graduados Sociales de Murcia.Hay tiempo para todo
Marta Ferrer Lozano (26 matrículas y 6 sobresalientes) terminó medicina en la universidad de Zaragoza en junio, se presentó al examen MIR en octubre, y en enero pasado comenzaba la es pecialidad de pediatría en el hos pital Miguel Servet de la capital aragonesa. Ante este carrerón, sería una obviedad decir que Marta estudió muchísimo. Aun que ella asegura que "no demasiado" y tampoco "demasiado sistemáticámente porque" , explica don la mayor naturalidad, "hay tiempo para todo, y por su puesto también para el ocio".
Hay otras coincidencias entre estos seis premios fin de carrera. Que el " vicio de los apuntes está demasiado enquistado en la universidad española" por ejemplo, y que "aunque la mayoría de los profesores reniega de este. sistema por empobrecedor, memorístico, y poco estimulante de la creatividad, muchos contribuyen a reforzarlo. exigiendo en sus exámenes una estricta repetición de lo que ellos dijeron en clase".
También hay bastante unanimidad en la distinción que hacen entre el significado del expediente preuniversitario y el de la carrera, muy superior el segundo al primero en varios casos. Creen que ello se debe a que "hoy el profesorado de secundaria lo tiene crudo para crear un clima de interés por el -estudio". O a que algunos se ponen demasiado duros, obsesionados ante la idea de que sus alumnos les puedan dejar mal en la universidad".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.