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Entrevista:

"Los glaciares son la 'caja negra' de los sucesos de la Tierra"

Ha hecho 20 expediciones a los círculos polares y glaciares de alta montaña y publicado 50 estudios sobre estas enormes masas de hielo que ocupan el 12% de la Tierra -la tercera parte que hace medio millón de años-. Tal experiencia le ha llevado a presidir desde su creación en 1989 el Grupo Internacional de Cuevas en Glaciares y Karst de Regiones Polares, integrado por un centenar de científicos de 20 países, y a ser miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Cuando no está en la Antártida, Siberia o Groenlandia, Adolfo Eraso, fibroso, amable y didáctico en sus explicaciones, que nació hace 60 años en Estella (Navarra), da clases de Hidrogeología en la Universidad Politécnica de Madrid; enseña todo lo que está escrito en el hielo.Durante 30 años trabajó para empresas privadas buscando petróleo y gas y haciendo estudios geológicos en los países árabes y Latinoamérica; ahora sus investigaciones le llevan a meterse en el corazón tan blanco e inquietante de los glaciares, a explorar sus alucinantes interiores, a introducirse hasta dos kilómetros y medio en ellos y acampar allá dentro.

"El hielo es mucho más peligroso que la roca, pero el interior de un glaciar es confortable. La temperatura es de cero grados y sin viento; cuando fuera hay 30, 40, 50 bajo cero, y con viento. Y si el frío es el clavo, el viento es el martillo. El medio físico es duro, pero a mí no me interesa el riesgo por el riesgo, la aventura por la aventura. Lo que me importa es la investigación. Yo voy con todo el cuidado del mundo. Lo mejor es conocer tus capacidades y limitaciones, para no salirte de la raya. Hay un principio que se puede aplicar a todo en la vida, y a esto también. Hay que saber cómo salir de donde te metes, poner los medios para saber salir. Lo más duro de las expediciones es aclimatarse a la vuelta a la ciudad. Dése cuenta de que estamos pisando continuamente lugares vírgenes, y eso es muy gratificante".

Pregunta. ¿Cuáles son sus preferidos?

Respuesta. Los del archipiélago Svalbard, al norte de Noruega. Hay unos pozos espectaculares y una logística, bastante buena gracias a la base polaca de Hornsud, con la que trabajamos desde hace muchos años. El glaciar Ilulissat, en Groenlandia, que es el que se desliza más rápido del mundo, 50 metros por día. Es algo así como una fábrica perfecta de icebergs. Son enormes. Dicen que uno de ellos fue el que acabó con el Titanic. Y el Perito Moreno, en la Patagonia (Argentina). Es famoso porque avanza sobre un lago y llega a cortarlo en dos. Cuando esa barrera se rompe unos años después de formarse, es uno de los mayores espectáculos de la naturaleza. Desde 1939 sólo ha pasado cuatro veces, la última en 1988. Es famoso también porque se decía que era la excepción a la regla del retroceso de los glaciares. Pero no es cierto. Su balance de masa de hielo es muy negativo. Está adelgazando. Se le van cinco centímetros por día. Y eso es muchísimo.

P. En el Perito Moreno ha tenido su último accidente.

R. Sí. Me rompí el hombro, pero pudo haber sido mucho peor. He tenido suerte. Ahora estoy en rehabilitación. Aún no tengo fuerza.

P. Conoce cientos de glaciares, ¿todos están en retroceso?

R. Todos. Y eso es muy serio. Está en juego el futuro del planeta, su habitabilidad. Es una hipótesis, no va a pasar, pero si se fundieran todos los glaciares, el nivel del mar subiría 70 metros. Ahora, la investigación de glaciares está en auge porque constituyen uno de los mejores indicadores para detectar el posible cambio climático; pero no sólo porque están en recesión, sino porque en el hielo queda escrito todo. Los glaciares son la caja negra de los sucesos de la Tierra, porque en el hielo, al formarse, queda registrada la composición de la atmósfera en ese momento. Además, como se puede averiguar su edad, los glaciares contienen la información sobre el paleoclima. Y si tenemos la secuencia del clima, podremos hacer predicciones. Está elaborado ya un calendario del hielo de la Antártida y Groenlandia año a año hasta 165.000 años atrás. Y se ha visto que el nivel de CO2 en el aire era constante (280 partes por millón) hasta que hace 200. años empezó a aumentar, y ahora está en las 400 partes por millón. ¿Y qué pasó hace 200 años? Pues que comenzó la era industrial. Todo eso está escrito en el hielo.

Adolfo Eraso acaba de publicar, junto a Marian Pulina, catedrático de Geografía en la Universidad de Silesia (Polonia), el libro Cuevas en hielo y ríos bajo los glaciares (editorial McGraw-Hill) sobre cómo medir la pérdida de masa de hielo en forma de agua, pieza clave para determinar con exactitud el retroceso de los glaciares y analizar el cambio climático.

P. Usted está convencido entonces de que el cambio climático está en marcha.

R. Como científico, no. No hay todavía constatación científica. Las mediciones de los glaciares sólo se vienen haciendo de forma sistemática desde los años sesenta. El problema está en que sabemos mucho, pero desde hace muy poco. Personalmente, sin embargo, estoy convencido de que ya hay cambio climático.

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