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Novios para no casarse

Los jubilados, ante el temor, de perder pensión de viudedad rehacen su vida al margen de la vicaría

Suena un pasadoble rabioso. Son las 5 de la tarde en el centro de la tercera edad de Usera (un barrio nada selecto, en lo que al nivel económico se refiere, del sur de Madrid). Un millar de jubilados se pelea con desafuero contra las baldosas, del patio del local entre permanentes de peluquería recién estrenadas, ternos impecables y caderas rumbosas al calor de los altavoces. "Somos novios.. siempre novios", canta el pleistocénico Antonio Machín, y no pocos de los que agitan sus esqueletos parecen asentir subrayando el siempre". "Casarte te trae demasiados problemas: con los hijos, con el qué dirán y, esto es lo importante, con la pensión de viudedad que la pierdes", dice una jubilada.Este problema afecta teóricamente a dos de cada siete jubilados. 1,8 millones de los ancianos españoles reciben pensión de viudedad. "Se trata de una pensión derivada y, por lo tanto, en cuanto se pierde la si tuación que justifica el sueldo se deja de recibir. Más clara , mente, si se casan dejan de ser viudos", sentencian en el Mi nisterio de Trabajo y Seguridad Social. "De alguna manera se tendría que paliar el asunto. A .estas edades, la moral de toda la vida dice que hay que pasar por la vicaría si se quiere reha cer la vida. Sin embargo, perder la indepencia económica, tan justamente ganada y que para muchas mujeres es una auténtica novedad, no lo permite" dice la asistenta social del centro de la tercera edad de Usera María Jesús Centenera.

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Números dudosos

Las estadísticas sobre el asunto son resbaladizas. "Pocos son los que se atreven a reconocenr su situación. Saber cúantos comparten el problema es imposible. El día a día demuestra que son muchos. Pero, de ahí es difícil pasar", comenta Centenera. Sin embargo, un par de parejas no tuvieron reparo en contar su historia y cómo se conocieron al calor de las actividades del centro o de los viajes organizados por el Instituto de Servicios Sociales (Inserso). Sigue el baile. La pauta la da la pareja más galardonada de cuantas pisan la pista de baile. Eugenio y Palmira, con dos premios de baile cosidos a sus pies, muestran sus habilidades sin rubor en todo lo referente a pasadobles, tangos y valses. "Madrid, ¡qué cambiado estás de cuando yo te conocí! / Madrid, han pasado los años y te han cambiado la forma de vivir". Eugenio Pacheco, de 78 años, se arranca con esta copla, escrita por él. Su poema cantado intenta retratar el cambio de color del sepia de los años veinte madrileños al technicolor chillón del momento, pero alcanza a más. La ingenuidad de la copla llega hasta la médula de su propia historia.

Eugenio y Palmíra Rico, de 61 años, cuentan lo que no dudan en calificar como una auténtica revolución en sus vidas. Se conocieron hace dos años y desde entonces forman pareja al socaire de las excursiones y de las reuniones organizadas en este centro para jubilados, uno de los más activos de la capital., "He rejuvenecido casi 10 años. Antes sólo vivía para mi trabajo y mis hijos. Ahora, y gracias a Eugenio, vivo mi propia vida", dice ella todo de carrerilla. Eugenio da la réplica: "Enviudé hace 11 años y desde hace tres empecé a viajar con el Inserso. Todo cambió y de manera rotunda cuando la conocí". De casarse, ni hablar. "¿Para qué?, nuestros hijos no creo que lo vieran bien", comenta Palmira. "El que ella pudiera perder la pensión (que recibe al estar divorciada) no es el tema que más pesa. Así estamos muy bien, cada uno vive sólo en su casa' (planchar, cocinar y coser no son misterios para mí) y nos vemos tantas veces como queremos", añade él. Una larga lista de locales para bailar que empieza por La Carroza y acaba en Pasapoga son testigos de lo que dice Eugenio. El director del centro de Usera, que depende del Instituto de Servicios Sociales (Inserso), José Vaquero, se detiene a dar una explicación pormenorizada de las innumerables actividades que se encuentran al alcance de casi 12.000 socios.. "Al principio ver a mujeres por aquí era raro. Poco a poco se ha ido perdiendo esa rémora de simple casino, como pueda existir en los pueblos, para convertirse en los que ahora es. Más de 27 grupos trabajando en talleres, tanto hombres como mujeres, hacen que se sientan útiles y se relacionen con nuevos círculos de personas de su edad", dice Vaquero.

La aséptica explicación del director contrasta con lo que dice María Jesús Centenera: "Aquí hemos llegado a proponer, y algún caso se ha dado, que las parejas se casen únicamente por la Iglesia". De esta forma, ni se pierde la pensión, ni se infringen las normas sociales más asentadas en la retrocámara. Dora García, de 76 años, y Abrahan Díaz, de 70 años, apuntan y disparan contra todo tipo de convencionalismo. El 15 de abril, estos dos viudos cumplieron dos años de compañerismo. No viven juntos pero "como si sí", dicen al unísono. En realidad, Palma de Mallorca, Roqueta de Mar, Benidorm, la finca para capeas El, Cordobés, Aranjuez y un largo etcétera de lugares, hoteles y autocares se han convertido en su segunda casa. "No paramos, vamos juntos a todos los lados y no dejamos pasar un sólo viaje", sentencia Dora. Viven en un continuo viaje de novios. Dora, cantaora de flamenco del bueno, es la encargada de atizar el fuego de la relación y Abrahan así lo reconoce entre risas: "Cuando la conocí empecé a ir de viaje, a tomar menos medicamentos y a engordar. Me ven tan bien ahora que me quieren robar mi medicina, es decir, Dora". Ella lo tiene claro. "No vale la pena casarse. Así estamos divinamente y yo mantengo mi independencia económica. Por primera vez en mi vida. Yo recíbo 70.000 pesetas al mes y mi compañero 53.000. Si nos casamos pierdo yo la pensión. Nada que hacer", concluye rotunda.

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