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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un año en Gaza.

NO HA sido festejado por nadie el primer aniversario de la proclamación de la autonomía del territorio de Gaza, primerpaso en el plan de paz para Oriente Próximo, que se cumple estos días. Sólo sus enemigos parecen recordarlo. El grupo radical Hamás se ha apresurado a calificar de fracaso total la gestión de Arafat en este año al frente de la Autoridad Palestina. Lamentablemente, el sentimiento de frustración se ha extendido. Porque los problemas económicos en Gaza, que parecen irresolubles, son uno de los más graves problemas políticos. Es ésta una de las regiones más pobres de la Tierra, fértil para la desesperación y el fanatismo. Y la ayuda internacional, que debía apuntalar el proceso de paz, ha sido casi nula.Pese a todo, Gaza subsiste como territorio palestino autónomo, Arafat tiene su Gobierno y su existencia representa la promesa de que se llevarán adelante, contra viento y marea, los acuerdos de Washington para la evacuación del Ejército israelí de toda Cisjordania y la constitución de una Autoridad Palestina tras elecciones libres. Que este proyecto siga en pie es el dato más trascendental del momento.

En estos momentos, la mayor amenaza para la paz proviene de los planes del Gobierno israelí de acelerar el asentamiento de nuevos colonos judíos en la parte oriental de Jerusalén. Estaba acordado que la espinosa cuestión de Jerusalén no sería discutida hasta 1996. Por eso, la actual campaña de expropiación de palestinos para instalar nuevos colonos israelíes significa una grave ruptura de los acuerdos.

El Gobierno de Washington ha adoptado una actitud peligrosa al oponerse a que el Consejo de Seguridad de la ONU discuta el problema. Y la decisión de EE UU de trasladar su Embajada a esta ciudad sólo agudiza el conflicto. Porque fortalece a los sectores de la sociedad israelí que quieren sabotear el proceso de paz haciendo imposible cualquier acuerdo sobre Jerusalén. Es un grave error. Los artífices del plan de paz no deberían hacer causa común con'sus enemigos. Y es precisamente lo que están haciendo.

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