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CONFLICTO EN LA SANIDAD PÚBLICA

El chollo de las listas de espera

Los trucos utilizados por los médicos de la sanidad pública para hacer engordar sus nóminas son muchos y variopintos. Los mismos facultativos cuentan, aunque no denuncien con nombres y apellidos, cómo los colegas se lo montan para engañar a un sistema que, dicen, permite y hasta fomenta las pequeñas corruptelas como moneda corriente.El primer truco es tan sencillo como no cumplir el horario establecido y detraer del mismo el tiempo suficiente para otras actividades más lucrativas. Cuando el Ministerio de. Sanidad instituyó en 1987 el plus de exclusividad para premiar el abandono de la consulta privada, la mayoría se apuntó al mismo. Hoy, el 75% de los médicos de hospital tienen este plus, que les supone 1,3 millones de pesetas brutas más al año. Casi todos los médicos que han hablado con este periódico estos días de huelga coinciden en afirmar que conocen a muchos que mantienen su actividad privada aunque disfruten de dicho plus. Algunos confiesan tener complejo de tontos por no apuntarse al complemento.

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Otros médicos comentan asombrados cómo algunos colegas duplican sus sueldos a partir de las guardias. Cada guardia médica consiste en trabajar durante 17 o 24 horas continuadamente, un sobreesfuerzo físico que no se soporta tan fácilmente y que, además, no siempre se realiza, aunque conste en la nómina. Lo habitual, de forma honesta, es sumar 100.000 pesetas al sueldo con una media de cuatro o cinco guardias al mes. Pero una crítica extendida es que muchas guardias se hacen desde casa tranquilamente y otras son, sencillamente, innecesarias. En la sanidad pública española es ya casi costumbre sobrecargar de especialistas las áreas en horas de guardia.

Pero el truco más novedoso es alistarse al programa del hospital de reducción de listas de espera. La Administración, deseosa de aliviar el peso político de estas listas, ideó en 1992 un programa que consiste en premiar económicamente a los médicos que se presten a mantener cierta actividad fuera de su jornada laboral para reducir las listas de su propio hospital. El engaño está servido: el médico en cuestión autogenera lista de espera en su departamento rindiendo menos por la mañana y resuelve los casos que deja pendientes por la tarde. Una peonada (así las llaman en la jerga médica) de tres o cuatro horas, en este programa especial, se paga a una media de 30.000 pesetas brutas. "De esta manera, a muchos de estos médicos", explica un colega, "no les interesa que se acaben las listas de espera".

La tecnología pública

Es cierto que los sueldos de los facultativos son bajos -la propia ministra Ángeles Amador lo ha, admitido públicamente-, pero también lo es que no quieren irse de la sanidad pública. "Por nada del mundo la dejaríamos", decían médicos de La Paz a este periódico el pasado martes (véase EL PAÍS de ayer). Las claves son variadas. Un cirujano leonés lo tiene muy claro: "En la, medicina pública tienes, primero, seguridad económica; segundo, ácceso a la alta tecnología que hay sólo en el sector público, y tercero, que trabajas en equipo, que es como hay que trabajar; además, si quieres tener una consulta privada, va en beneficio tuyo...". Este adjunto de hospital cobra.310.000 pesetas al mes con dedicación exclusiva, haciendo seis guardias. Un compañero de hospital del médico leonés pide, como el anterior, anonimato; tampoco tiene consulta, privada y reconoce: "Dispones de más medios, los pacientes están atendidos y puedes tratar a enfermos que requieren un tratamiento complejo. Para mí es importante pensar que estás dando un servicio público".

Un colega de Toledo es más pesimista: "Estoy aquí porque no puedo ir a otro sitio y porque perdería 80.000 pesetas de un sueldo miserable [256.000 pesetas] si no tuviera exclusividad". Reconoce las ventajas de la medicina pública (seguridad económica y medios), pero desearía que estuviese mejor gestionada: "Hasta te ponen mala cara si vas a muchos congresos", dice; "yo ya ni me molesto en pedir ayuda económica alguna".

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