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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sanciones a Irak

EL CONSEJO de Seguridad de la ONU ha votado una resolución que permite al gobierno de Bagdad vender una parte de su petróleo para conseguir los fondos necesarios para aliviar la situación de su población. Las sanciones impuestas por la ONU a Irak después de la guerra del Golfo estában jusrificadas. Se trataba de impedir que este país pudiese conservar el arsenal militar que le había permitido invadir Kuwait, y evitar sobre todo que pudiese proseguir su plan de rearme, incluyendo la producción de armas de destrucción masiva.La puesta en marcha de tales sanciones, y de la vigilancia indispensable sobre su cumplimiento por comisiones de la ONU, ha sido un proceso difícil. El dictador Hussein ha dado muestras de mala fe en varias ocasiones para intentar escapar a los controles. Sin embargo, diversos testimonios confirman hoy que esa vigilancia es efectiva. Por otra parte, las sanciones estrictas de la ONU han impedido que la población iraquí reciba una alimentación adecuada. Aplicar las sanciones de forma que los niños y sectores más desprotegidos de la sociedad queden sometidos a una situación de hambre sería una crueldad que no puede responder al designiode la ONU. Por ello, en el último período el Consejo de Seguridad ha votado unas resoluciones encaminadas -al menos en la opinión de algunos de sus promotores- a dar a Irak la posibilidad de adquirir productos alimenticios, con prioridad absoluta para la infancia.

La segunda resolución, votada el viernes 13 de abril, ha flexibilidado en algunos puntos una resolución anterior excesivamente restrictiva. Pero incluso esta segunda resolución tiene una serie de puntos que anulan los propósitos con los que fue presentada a la ONU y que han dado lugar al rechazo del gobierno iraquí y a manifestaciones en las calles denunciando su contenido. Por ejemplo, se impone a Irak que dedique una buena parte de la venta del petróleo a las zonas kurdas del Norte, con las que Bagdad tiene un contencioso agudo. Otra parte debería dedicarse a financiar los controles de la ONU en territorio iraquí sobre los armamentos y los movimientos de mercancías. Con esas restricciones -que tienen además un carácter inútilmente ofensivo- la cantidad teóricamente dedicada a alimentos quedaría reducida a casi nada.

No tiene ningún sentido que, una vez que el Consejo de Seguridad ha aceptado levantar parcialmente las sanciones por motivos humanitarios, desmienta ese propósito imponiendo medidas orientadas en otro sentido. Es obvio que la ONU debe garantizar que el dinero obtenido por Irak con su petróleo no se usa para la compre de armamento; no se trata, pues, de levantar totalmente las sanciones. Pero sí de actuar con eficacia para mejorar la situación de una población, sobre todo infantil, que ha estado sometida a condiciones muy duras.

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