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Hormigones herméticos

Autodidacta como Le Corbusier, Tadao Ando (Osaka, 1941) fue boxeador antes de convertirse en arquitecto. Su escuela fueron los viajes por cuatro continentes, y sus maestros, los artesanos tradicionales. En 1976 se dio a conocer con una casa rotunda de hormigón, y desde entonces no ha dejado de producir cajas herméticas y líricas, que lo han hecho el arquitecto japonés más admirado.La concesión del prestigioso premio Pritzker, que recibirá el próximo 22 de mayo en el Grand Trianon de Versalles, rubrica una carrera exigente, fervorosa y fecunda.

Poca polémica cabe esperar de la decisión del jurado. Aunque los ásperos muros de Ando siguen arañando la mirada con su disciplina excesiva y esencial, la belleza violenta de sus edificios se ha difundido ya tanto que se ha convertido en una moda unánime y trivial.

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El japonés Tadao Ando gana el Premio Pritzker, el Nobel de la arquitectura

Pese a haber desarrollado hasta ahora casi toda su carrera profesional en Japón -el pabellón de su país en la Expo de Sevilla, una gigantesca tienda de madera, fue su primera construcción en el extranjero-, la arquitectura de Ando es bien conocida en el mundo.

Objeto de culto por estudiantes y revistas, consagrado por historiadores y críticos, expuesto en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en el Centro Pompidou de París, el Pritzker no puede llegar como una sorpresa; y no es tampoco el primer premio internacional que recibe. Galardonado con la finlandesa medalla Alvar Aalto, con la medalla de oro francesa y con el norteamericano premio Brunner, Tadao Ando recibió en 1992 el primer premio Carlsberg, una distinción danesa que, con sus 200.000 ecus, es la mejor dotada de las existentes.

Ando tuvo en esta ocasión el generoso gesto de destinar el importe del premio a una fundación para estudiantes de arquitectura, precedente que hará contemplar con curiosidad tanto su propia decisión en el caso del Pritzker como la que adopte el ganador del segundo premio CarIsberg, que se hará público el próximo mes: la devoción del japonés ha puesto muy alto el listón del desprendimiento.

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