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¿El estalinismo olvidado?

En otra época, Santiago Carrillo hubiera reaccionado ante un filme como el de Ken Loach con insultos vulgares. Ahora no ha tenido más remedio que combinar una moderación estudiada y relativa con algunas perfidias. Los tiempos han cambiado mucho desde el naufragio de la URSS y el desmoronamiento de¡ estalinismo.Es evidente que Tierra y libertad ha desarbolado a Carrillo. Y hasta parece que este filme espléndido, en el que Ken Loach nos deslumbra con el dramatismo y la belleza de sus imágenes, le ha impresionado un poco. De ahí sus elogios a los personajes de David, Blanca y Maite. Pues bien, le diré que "el comunista inglés David" está inspirado en un militante amigo mío y que vive todavía. Vino a Barcelona y se incorporó a las milicias del POUM porque la Internacional Comunista prohibió durante los primeros meses, cuando Stalin practicaba la política de no intervención, el envío de militantes extranjeros a España. Él, como otros militantes comunistas ingleses, franceses e italianos, eligieron luchar con el POUM y algunos murieron en el frente de Aragón.Precisemos que, en aquellos días, aunque la ola de terror en la URSS había comenzado, no había alcanzado el triste apogeo del primer gran proceso de Moscú. Esto explica que en los primeros meses del proceso revolucionario, el POUM formara parte, con el PCE y el PSUC, y las demás organizaciones de izquierda, de todos los organismos y comités revolucionarios, y en primer lugar, del Comité de Milicias de Cataluña y del Comité Ejecutivo Popular de Valencia. Y entonces, esto funcionaba así porque existía una auténtica fraternidad revolucionaria y porque los objetivos de todos se resumían en guerra-revolución contra el fascismo, que era el enemigo fundamental para todos. Las cosas cambiaron cuando se produjo la intervención soviética. Stalin trataba de consolidar la alianza con Francia e Inglaterra y la revolución española le estorbaba o era "inoportuna" como reconoció el comunista Fernando Claudín.

En 1974, en el filme Les deux mémoires, realizado por Jorge Semprún en París, Carrillo atribuyó a la intervención rusa la represión contra el POUM y el asesinato de Andreu Nin. Luego, por causas que ignoramos, Carrillo atenuó aquellas declaraciones en diversos momentos. Cuando se le pidió su testimonio para el documental Operación Nikolai, realizado por la televisión catalana (TV-3) con documentos obtenidos en los archivos de Moscú, dijo que no tenía tiempo. Por lo demás, pese a la resonancia de este filme histórico (que, por desgracia, todavía no ha sido difundido por Televisión Española a todo el país), Carrillo tampoco ha tenido tiempo para hacer un comentario o dar una opinión sobre uno de los episodios más vergonzosos de la política estalinista en España: el asesinato de Nin.

La unidad antifranquista fue rota por la política que Stalin impuso al PCE y al PSUC y que Carrillo y sus amigos siguieron dócilmente. A partir del proceso y de la ejecución de Zinoviev, Kamenev y Smimov (que sólo fue denunciado como un crimen por el POUM), se inició una política que se proponía eliminar al POUM, reducir la influencia de la CNT y, más tarde, eliminar a Largo Caballero y a la Izquierda Socialista. El objetivo era, como aparece claramente en numerosos documentos encontrados en los archivos de la Internacional Comunista, establecer una "democracia de nuevo tipo", o una "democracia popular" como las que se impusieron después de la Segunda Guerra Mundial en los países del Este europeo. Para eso había que contener el proceso revolucionario, hacer marcha atrás anulando las conquistas de julio de 1936 (comités, libertades, colectivizaciones en la industria y en el campo, milicias, soberanía de Cataluña y de Euskadi, poderes regionales, etcétera). Y eso es lo que se hizo con una tenacidad y una perseverancia increíbles, violando todos los principios democráticos, socialistas y revolucionarios.

La eliminación de Largo Caballero poco después de las Jornadas de Mayo de 1937, la represión contra el POUM y la ofensiva contra la CNT permitió al PCE infiltrarse en el aparato del Estado, controlar una parte importante del Ejército, la policía y los servicios secretos, reducir a la mínima expresión la autonomía de Cataluña, destruir las colectivizaciones y el control obrero, etcétera. Las consecuencias de todo esto fueron catastróficas para la lucha contra Franco. Ahora sabemos que hasta el general Berzin y otros altos representantes del Estado soviético en España, enviados como consejeros, tuvieron el coraje de denunciar esta política, por lo que fueron condenados y ejecutados en Moscú.

Muchos de nosotros esperábamos que Carrillo y sus amigos acabarían por reconocer todos estos hechos y hacer un balance crítico de su política (no una de esas autocríticas horribles que inventó el estalinismo). Pero parece que persisten en vivir con las mitologías y los tópicos del estalinismo en una época en que hay que renovar montones de cosas, destruir lo que ya no sirve, abrir una nueva perspectiva a la lucha contra el capitalismo y a la esperanza socialista.

Ken Loach no ha hecho más que descorrer el velo de una época evocando un dramático episodio de la revolución española, y haciéndolo con un talento y una maestría que ha quitado el aliento al propio Carrillo. Hay que celebrarlo, esperando que su obra inspire a cineastas españoles de la nueva generación que quieran defender la memoria histórica y mantener el pensamiento crítico.

Wilebaldo Solano fue secretario general del POUM y periodista.

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