Groer, acusado de abusos sexuales a menores, dimite como presidente de los obispos austriacos
El peligro de un cisma y las presiones públicas le obligan a tomar la decisión
El peligro de un cisma en la Iglesia católica de Austria y la vergüenza por denuncias de pedofilia obligaron ayer al cardenal arzobispo de Viena, Hans Hermann Groer, a dimitir como presidente de la Conferencia Episcopal, sólo dos días después de haber sido reelegido para este cargo. Le sucederá el obispo de la ciudad de Graz, Johann Weber, de 67 años, que ha desafiado en el pasado la política conservadora del Vaticano. Varias personalidades han exigido una investigación hasta las últimas consecuencias. Entre ellas, el diputado del Partido Verde y teólogo Severin Renoldner, propuso ayer a la conferencia episcopal que instale una línea caliente para víctimas de abusos sexuales de religiosos.
Groer, de 75 años, había sido elegido el martes pasado por una mayoría de sólo dos tercios de los 17 obispos austriacos. Cuando se iniciaron las denuncias sobre abusos sexuales del cardenal a nueve ex alumnos, los obispos pidieron la estrategia del silencio y la defensa incondicional al jefe de la Iglesia católica. Sin embargo, la solidez y la cantidad de testimonios quebraron la unidad de la jerarquía eclesiástica.El único religioso de alto rango que defendió a Groer, desafiando las denuncias y la presión de todos los sectores políticos y sociales, fue el obispo de la ciudad de Feldkirch, Klaus Küng, del Opus Dei. El martes, durante la misa, Küng dijo que las acusaciones contra el cardenal eran comparables a "la persecución contra los cristianos" a lo largo de la historia. "Lo decisivo", añadió, "es si los cristianos tienen una mirada hacia Jesús [...] justamente ahora en medio de un conflicto y una persecución.
Según fuentes de la Iglesia católica, se espera que Groer se jubile próximamente de todos de sus cargos "alegando razones de salud" y termine sus días recluido en algún monasterio fuera de Viena. Aún se desconoce si el cardenal dimitió por una intervención del Vaticano o por la indignada reacción pública después de su reelección, el martes, como presidente de la Conferencia Episcopal.
Temor al bochorno
Otra versión es que Groer, que iba a hacer declaraciones hoy en una conferencia de prensa, no se atrevió a enfrentarse al bochorno de ser cuestionado por alrededor de 100 periodistas, que se habían acreditado para asistir a la misma.
El rol del nuncio apostólico Donato Squicciarini no ha quedado claro, ya que se había expresado con anterioridad en favor de Groer. "No existen razones para una dimisión", dijo, "y en reconocimiento de sus buenas acciones se le podría prolongar en el cargo". En la noche del martes, después que Groer fuera elegido, él y los obispos fueron a cenar al palacio de la nunciatura en Viena como es tradicional al iniciar una jornada de reuniones de la Conferencia Episcopal.
La ola de indignación causada por su reelección superó todos los pronósticos: mil católicos practicantes, de tendencias tanto liberales como conservadoras, enviaron cartas al arzobispado amenazando que, en un acto de protesta, abandonarían la Iglesia. El primer ministro de Austria Franz Vranitzky exigió a los obispos "aclarar el asunto". La Acción Católica, organizaciones juveniles y el consejo de sacerdotes exigieron ayer crear una comisión investigadora ad hoc para "encontrar la verdad".
El teólogo Phillipp, Harnoncourt advirtió ayer que era necesaria "una apremiante investigación" sobre los supuestos abusos sexuales perpetrados por el cardenal, "de lo contrario, Groer va a tener que enfrentarse en cada una de sus apariciones públicas a las acusacio,nes". Heide Schínidt, líder del Foro Liberal, calificó la decisión de haber reelegido a Groer como "una provocación para los católicos". Madeleine Petrovic, del Partido Verde, exigió una investigación "hasta las últimas consecuencias".
El, cardenal, que ha mantenido al país en vilo con su estrategia del silencio, se atrincheró en el. palacio del Arzobispado durante los últimos diez días, desde que estalló el escándalo, y se dejó ver sólo en dos ocasiones, con una amplia sonrisa. Mientras él callaba, las presuntas víctimas se enfrentaban a la difícil tarea de contar, los traumas de su infancia.
Rosario de testimonios
El primer testimonio vino del ingeniero, Josef Hartmann, de 37 años. Cuando tenía 14 años se inició la "intensa relación" con Groer en el internado y seminario católico de Hollabrunn. Su profesor de religión y guía espiritual lo invitaba a sus aposentos. Hartmann se confesaba y terminaba, a petición de Groer, bajo la ducha, donde el religioso le enseñaba a "limpiar el pene para evitar infecciones".
También el padre benedictino Udo Fischer se atrevió a relatar frente a un millón de telespectadores, que Groer intentó en el pasado tener contacto sexual con él. Fischer denunció, en 1985, las "tendencias hornosexuales" de su superior. Pero no hubo investigación interna y Groer fue nombrado arzobispo 13 meses después de las acusaciones. Otros ocho ex discípulos que mantuvieron su nombre en el anonimato aseguraron, en distintos medios de comunicación, haber sufrido experiencias similares con el cardenal, en el seminario de Hollabrunn.
La imparable polémica sobre la moral de la Iglesia
La renuncia del cardenal arzobispo de Viena, Hans Hermann Groer a la presidencia de la Conferencia Episcopal de Austria es considerada como el primer paso de una confesión.La Iglesia católica de Austria se ha hecho vulnerable y las denuncias sobre abusos sexuales han conmovido incluso a sacerdotes y teólogos que, aprovechando la fragilidad del momento, han iniciado una discusión imparable sobre la moral sexual de la Iglesia y el sentido del celibato.
El prestigioso comentarista político Hans Rauscher advirtió que, después de aclarar el delito del cardenal, habrá que cuestionarse la política sexual de la Iglesia.
Adolf Holl, ex sacerdote, teólogo y filósofo asegura, que la moral sexual de la Iglesia católica es la misma hoy, que hace 200 o 300 años". Según él, la Iglesia "preferiría eunucos para el Reino del Señor".
El ex sacerdote Richard Pickler, que abandonó los hábitos hace 24 años para casarse con su "amante secreta" , asegura que "sólo unos pocos religiosos viven voluntariamente toda su vida en celibato".
En Austria, señala Pickler, al menos un 5% de los sacerdotes son homosexuales activos y muchos más son gays latentes".
Hubert Feichtlbauer, católico practicante y otro de los comentaristas políticos más populares en el país, aseguraba que la Iglesia podría haberse ahorrado el escándalo de los niños lascivos si se hubiese atrevido a dar un paso liberador: "Crear una cultura de lo erótico con la amplitud de la voluntad de Dios y de acuerdo a los tiempos".
En el editorial de ayer del periódico austriaco Salzburger Nachrichten se compara a la Iglesia católica de Austria con el Kremlin en Moscú ante de las reformas de Gorbachov. El comentario asegura que la institución religiosa "vive en total discrepancia entre la realidad y lo que la jerarquía eclesiástica define como verdad".
La discusión nacional sobre la moral sexual de la Iglesia se ha convertido en un fenómeno de resultados impredecibles. Todo indica que aumentarán las presiones tanto de organizaciones católicas como de partidos políticos, para que se investiguen los presuntos delitos del cardenal contra menores.
Tanto si el cardenal Groer confiesa como si mantiene hasta el final su estrategia del silencio, la Iglesia en Austria perderá su credibilidad.
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