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Ankara moviliza a 15.000 soldados contra el PKK dentro de Turquía

La guerra abierta regresa al Kurdistán turco. Mientras las principales cancillerías claman contra la operación militar de Ankara en el norte de Irak, que hoy cumple 12 días, convoyes con más de 15.000 soldados -apoyados por aviación y artillería- bloqueaban ayer las carreteras de la región de Tunceli, al este de Turquía, que ya fue escenario de sangrientos enfrentamientos el pasado invierno. "Esto va a ser como la ofensiva del norte de Irak", explicaba ayer un oficial turco camino de las montañas de Tunceli, refugio del legendario guerrillero kurdo Senidik Salik, Zeki el Sindedo.

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Ya se han producido combates en la cercana provincia de Erzincan, que según el Gobierno turco se cobraron ayer la vida de 22 guerrilleros. Zeki el Sindedo se atrevió a atacar hace 13 días un convoy militar de 800 soldados y mató a 18 de ellos. Con la actual movilización ordenada por Ankara, la guarnición de Tunceli asciende ya a más de 30.000 hombres frente a 3.000 milicianos kurdos emboscados en barrancos inaccesibles para la fuerza aérea.La solución final que los mandos del Estado Mayor de Ankara ofrecieron a la primera ministra, Tansu Çiller, para acabar con la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) lleva camino de convertirse en un fiasco, y los milicianos kurdos siguen ocultándose en las cuevas que salpican el norte de Irak, según testimonios recogidos por el enviado de France Presse a 200 kilómetros al este de Zajo. Turquía comienza a darse cuenta de que se ha metido en un callejón sin salida al enviar a más de 35.000 soldados a la tierra de nadie del norte de Irak y el recién nombrado ministro de Exteriores, el veterano diplomático socialdemócratra Erdal Inonu, se apresura a aplacar la ola de críticas desatada en Alemania, Estados Unidos y Francia.

El ministro alemán de Exteriores lo ha expresado con meridiana claridad. "El camino de la violencia no es el camino que conduce hacia Europa", ha advertido a Turquía, que el pasado día 6 se ufanaba de su Tratado de Unión Aduanera con Bruselas. Bonn, el principal suministrador de armas a Ankara, canceló el miércoles la ayuda militar que tenía comprometida con las autoridades turcas.

Estados Unidos, tras expresar su preocupación sobre las insinuaciones del presidente turco, Suleimán Demirel, de perpetuar la presencia militar de su país en el norte de Irak, busca una salida airosa para su fiel aliado: una fórmula que le permita replegarse con dignidad a sus fronteras e incorporarse al mismo tiempo a la fuerza multinacional que protege a los kurdos iraquíes de las amenazas del régimen de Sadam Husein. Pero el Comité Internacional de la Cruz Roja se quejaba ayer de que las tropas turcas impiden a sus representantes observar el cumplimiento de la Convención de Ginebra en el frente noriraquí.

Mientras, el programa Monitor de la primera cadena de la televisión pública alemana (ARD) tenía previsto emitir anoche un reportaje donde se informaba de la participación de aviones de reconocimiento y control AWACS de Estados Unidos en las acciones de Turquía en Irak, informa José Comas desde Bonn. Estos AWACS, a bordo de los cuales trabajan también oficiales turcos, están destinados en la región bajo el mandato de la ONU con el encargo de vigilar y proteger a los kurdos iraquíes ante posibles ataques de las tropas de Bagdad. El ministro turco de Defensa, Mehmet Golhan, confirmó que de esos aviones de reconocimiento se sacan datos que facilitan a sus tropas los objetivos precisos para los ataques aéreos contra las bases del PKK en Irak.

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En París, el ministro francés de Exteriores, Alain Juppé, aludió a la« posibilidad de que la Unión Europea imponga un embargo de armas a Turquía aunque por el momento los Quince sólo se plantean suscribir una "firme declaración" en la que se reitere la necesidad de que Ankara respete los derechos humanos y garantice la integridad territorial de Irak.

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