Nunca más sucederá

Los primeros beneficiarios del acuerdo son 215 millones de ciudadanos de los siete países. Ahorran trámites. Viajan por el espacio Schengen sin controles, como en su propio Estado (aunque, como en él, deberán soportar controles esporádicos, por ejemplo, a causa de un atentado). También se beneficiarán los ciudadanos de terceros países, al necesitar un único visado común, y no siete, para circular por estos países. Y, sobre todo, los extranjeros residentes en cualquiera de ellos: su carta de residencia será válida en el miniuniverso Schengen.Nunca más sucederá lo que le pasa a la pareja de jubilados de la villa alemana de Kehl, a pocos minutos de Estrasburgo, Francia. Ella es alemana y él nació en la India. Para cada visita a la familia, que vive en Estrasburgo, tenía que pasar antes por Stuttgart para obtener el visado. Algo parecido le ocurría al ciudadano armenio vecino de Bruselas que viajaba mensualmente a Londres por motivos profesionales. Dos casos entre los centenares que han sido tratados por ECAS.

Su director general, Tony Venables, es optimista. Considera que Schengen es un buen paso -aunque insuficiente- para ampliar el derecho de establecimiento. Sobre todo de los que tienen menos recursos, jóvenes a la busca de trabajo que no obtienen la residencia si no logran demostrar que disponen de recursos, prisioneros del círculo vicioso: "No me dan la residencia porque no tengo empleo, no obtengo empleo porque no puedo acreditar la residencia".