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Las esculturas veristas de Julio López Hernández se exponen en Madrid

La muestra incluye obras desde 1960

Andrés Fernández Rubio

Una exposición del escultor Julio López Hernández, cuyo realismo trascendente y verista llevó al poeta Francisco Brines a considerarlo como representante de un "exacerbado realismo" en la escultura española, se abrió ayer en Madrid. Para el comisario de la muestra, Juan Manuel Bonet, López Hernández; representa el gran nombre de la figuración española en escultura de la posguerra. La exhibición permanecerá abierta hasta el 30 de abril en la Plaza de España, 8, en las salas de la Comunidad de Madrid.

La antológica abarca un periodo de 35 años, desde 1960 a 1995, y es la primera muestra individual del escultor en Madrid desde la que el Ministerio de Cultura le dedicó en 1980 en el Palacio de Cristal.La pieza exenta más antigua de las seleccionadas es Esperancita (1963), retrato de su hija y ejemplo de figuración estricta dentro del realismo madrileño de López Hernández y los otros integrantes de esa corriente -su hermano, Paco López, Antonio López García, Amalia Avia e Isabel Quintanilla-, con los que coincidió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. De este primer periodo se incluyen obras importantes como Úrsula (1956) o Escaladores de la pared norte (1965).

Piezas como Silla con gabardina y Silla, ambas de 1904, son puestas por varios críticos como ejemplo de un realismo distinto al tradicional en Julio López Hernández, con referencias que conectan con el pop norteamericano.

También se exhibe un conjunto de esculturas alusivas a Madrid, como Sanatorio de Joaquín Costa (1970), Juan Pantoja, sin número (1972), o Juzgado de guardia (1972). Las escenas callejeras están representadas con obras como Mujer bajo la lluvia (1964) y Tapia y perro (1973). Además, se incluyen los monumentos a Pablo Neruda o Antonio Machado y otras obras de menor tamaño que "a la manera de una maqueta teatral, conforman un espacio narrativo", según Francisco Brines. Bocetos, maquetas, 30 medallas y 10 dibujos de carácter preparatorio completan la exhibición.

Julio López Hernández, que nació en Madrid en 1930, es hijo y nieto de orfebres -Talleres López- y se crió en un ambiente artesanal que avivó su vocación como escultor. A través del profesor Eduardo Chicharro, surge su amistad con Antonio López y Lucio Muñoz. Ligado desde joven a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, enseñó en la Escuela de Artes y Oficios, es académico de Bellas Artes de San Fernando y pertenece al patronato del Museo del Prado.

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