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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Solución provisional

POR CUARTA vez en dos años y medio, el Gobierno español ha tenido que devaluar la peseta. A diferencia de las tres anteriores, en las que nuestra moneda estaba claramente sobrevalorada, en esta ocasión no hay fundamentos económicos que. avalen una nueva depreciación. Así se han expresado miembros del Gobierno y no pocos analistas. Pero el mercado ha dicho otra cosa, y en las dos últimas semanas la peseta se ha deslizado por una pendiente cada vez más acusada, que amenazaba con sacarla del mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo (SME).La reiterada afirmación de representantes del Gobierno de que la economía española avala hoy un tipo de cambio de la peseta más alto que el que está fijando el mercado no hace sino subrayar implícitamente que es la crisis política lo que juega contra la moneda española. Y se ha intentado hacer frente a una crisis cambiaría de un alto componente político con medidas de ortodoxia monetaria.

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El Gobierno devalúa un 7% la peseta para evitar que los mercados la expulsen del SME

El Comité Monetario Europeo se reunió ayer a solicitud española en sesión de emergencia con el fin de encontrar una salida a la manifiesta inestabilidad mostrada durante las últimas semanas, muy particularmente por la peseta. La propuesta española inicial fue devaluar la peseta en tomo a un 5% y revaluar al mismo tiempo el marco en un porcentaje similar, por tratarse de las dos monedas que han experimentado una mayor divergencia desde que, en agosto de 1993, se amplió a un 15% la banda de fluctuación del SME. Esta propuesta tomaba en cuenta, además, que buena parte de las tensiones cambiarias de esta última semana han tenido su origen en una intensa apreciación del marco alemán frente al dólar, lo que ha derivado, a su vez, en la depreciación de las monedas europeas no pertenecientes al área del marco.

Alemania rechazó de plano esta sugerencia, que agravaría las dificultades que empiezan a tener sus exportadores debido a la apreciación del marco en todos los mercados. Ante la negativa alemana, los representantes españoles plantearon una devaluación de la peseta en tomo al 10%, lo que equivaldría, más o menos, a que su valor central en el SME fuera similar al que actualmente le están adjudicando los mercados de divisas. El acuerdo final estableció una depreciación del 7%.

La devaluación de la peseta no resuelve, con todo, los problemas que tiene planteados el SME ni garantiza la definitiva estabilidad del tipo de cambio de la moneda española. La depreciación del dólar en los próximos días puede seguir reforzando ese papel de refugio del marco, con la consiguiente transmisión de tensiones al resto de las monedas europeas, y muy especialmente a aquellas cuyos países están dominados por perturbaciones políticas. La situación ole la peseta, siendo de mayor comodidad, no resuelve todos los problemas de inestabilidad financiera que se han puesto de manifiesto al socaire de la intensificación de la crisis política en nuestro país.

Los eventuales efectos favorables sobre la exportación pueden empezar a encontrar su contrapartida en tensiones inflacionistas y en una probable subida de tipos de interés, con las negativas consecuencias que tendría en la recuperación económica. Es importante tener presente que en este reajuste no han incidido tanto factores ligados a los fundamentos de la economía como la percepción de un mayor riesgo político derivado de la interinidad política que vive este país. Es por ello que, en ausencia de factores que reduzcan significativamente esas tensiones políticas y desde luego, los de carácter internacional ya apuntados, la solución adoptada reviste un carácter provisional. A ello hay que añadir la propia interinidad en la que está inmerso el conjunto del SME, que desde el 1 de agosto de 1993 mantiene una situación excepcional -márgenes de fluctuación del 15%-, escasamente adecuada para esos propósitos inicialmente atribuidos de servir de plataforma de transición hacia la tercera y definitiva fase de la unión económica y monetaria. Como en las últimas semanas, serán los mercados financieros los que sancionen la decisión hoy adoptada.

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