Irregular retrato femenino
Primera película escrita y dirigida por Daniel Calparsoro, Salto al vacío es un interesante retrato de una joven sumida en la violencia del País Vasco, pero realizado con todo tipo de irregularidades. Desde las propias de un debutante, que comete repetidos fallos estructurales y narrativos, hasta de quien trabaja con poco dinero, que hace que el sonido de Miguel Rejas sea muy malo, se pierda buena parte del diálogo y tenga un molesto zumbido.Sin embargo, conviene no olvidar tanto el nombre del propio Daniel Calparsoro como el de su protagonista, Najwa Nimry. A poca suerte que tengan, ambos darán mucho que hablar en el cada vez más desolador panorama del cine español.
Salto al vacío tiene un importante problema de fondo, la fascinación que lo norteamericano produce en su realizador, desde la música hasta el más violento y peor cine realizado en Hollywood, sin olvidar que incluso su protagonista lleva afeitada en la cabeza la palabra inglesa void, que significa vacío. A pesar de ello, Daniel Calparsoro consigue hacer una obra muy personal, un tierno retrato femenino dentro de la más terrible violencia.
Salto al vacío
Director y guionista: Daniel Calparsoro. Fotografía: Kiko de la Rica. España, 1995. Intérpretes: Najwa Nimry, Roberto Chalu, Alfredo Villa, Ion Gabella, Karra Elejalde. Estreno en Madrid: Alphaville.
Metida hasta el cuello en el submundo de traficantes y consumidores de droga de Sestao y Barakaldo, la joven Alex, con su cabeza afeitada al cero y sus ropas masculinas, es uno de los más fascinantes personajes femeninos que ha dado el cine español en los últimos tiempos. Lástima que mientras las imágenes de Kiko de la Rica son excelentes, no juegue a su favor el sonido y en el diálogo prevalezcan los tacos sobre frases de mayor interés que se pierden.
El atractivo de Salto al vacío nace de este personaje y de su completa identificación con la debutante actriz Najwa Nimry, mucho más que de la casi decena de violentísimas escenas que ningún valor tienen en sí mismas, sólo como contrapunto del personaje, para darle vida, que no sólo pueden irritar, sino, lo que todavía es peor, llegar a aburrir.
Obsesionado por los planos largos, Daniel Calparsoro, por su limitado presupuesto, se ha visto obligado a rodar prácticamente la totalidad de su primera película con la cámara en la mano o con ese aparato denominado steadycam que sirve para lo mismo, pero evita las vibraciones. Hay que decir a su favor que ha conseguido imaginativas soluciones, una brillante utilización de un aparato que puede resultar peligroso desde el punto de vista narrativo.
Toda la fuerza de Salto al vacío aparece cuando la violencia pasa y el personaje de Alex se enfrenta directamente con la cámara. En las discusiones con su madre, dentro de su familia, cuando se mira al espejo para maquillarse o peinarse, al admitir que sólo busca que alguien la quiera y la acaricie, en el momento de descubrir que el extraño tipo que le gusta es impotente.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.