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Entrevista:

"Hay que olvidarse del paternalismo del Estado"

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIAL Julio María Sanguinetti, que hoy asume la presidencia de Uruguay, advierte que la integración de su país en el Mercosur exige una profunda reforma del Estado cuya postergación, acarrearía frustración nacional y una crisis imperdonables. Sanguinetti, de 58 años, presidente entre 1985 y 1990 tras 12 años de régimen militar, subraya que en su empeño de modernización la coalición acordada por su partido -el Colorado- con el Partido Blanco, primera en esta segunda mitad de siglo, era inevitable. El veterano gobernante apoya las privatizaciones, aunque descarta hacer lo con la telefonía básica y defiende unos planteamientos que discrepan con los ajustes neoliberales y objetan el generoso Estado del binestar de tiempos atrás.

En una entrevista efectuada el lunes pasado en el hotel donde quedó instalado su despacho de presidente electo, Sanguinetti considera que España atraviesa un momento de gran turbulencia, "pero las turbulencias también pasan". "A mi juicio, Felipe González es el político más importante de España en muchos siglos y una figura que esta ya en su mejor historia". Sobre la situación en el país de presuntos miembros de ETA, el nuevo presidente uruguayo señala que "no hemos tenido diferencias con el Gobierno de Luis Alberto Lacalle en lo tocante a ese tema. Son situaciones que hay que manejarlas con estricto acatamiento a las normas jurídicas y a los pronunciamientos judiciales, y así se seguirá actuando".

¿La legislación vigente es la adecuada? "Quizás haya que introducir algún cambio. Las legislaciones nunca son perfectas, pero quiero decir que en lo fundamental no hubo diferencias en el modo en que se procedió". Destaca que el rey Juan Carlos I "ha sido, es y será bienvenido", pero asegura no estar al tanto sobre un supuesto retraso de su viaje a este país como consecuencia de la situación creada por las extradiciones. "Son entretelones diplomáticos de los que estoy un poco lejos".

Los cambios que deberá abordar Sanguinetti son de envergadura. Uruguay, con poco más de tres millones de habitantes, fue el primer Estado benefactor de América Latina y registra índices envidiables, pero difícilmente sostenibles. Los gastos de seguridad social representaban el 10% del Producto Interior Bruto en 1984 y hoy pasan del 15%. Por cada jubilado -700 000- hay únicamente 1,4 trabajadores, y la población activa asciende a 1.250.000 personas, de las cuales 250.000 se emplean en empresas públicas. "Nuestro mayor desafío es el de poder seguir sirviendo a los viejos ideales sociales en una situación de competitividad externa que nos obliga a olvidamos del paternalismo del Estado, que nos impone una competitividad más fuerte. No podemos postergar más el asunto de nuestras jubilaciones". "Tenemos un sistema jubilatorio que no resiste más", añade. "No hemos podido llegar al fondo porque es un asunto en el cual se hace mucho terrorismo verbal, aparte que hay intereses muy importantes. Es un cambio que necesitará un debate muy serio".

Julio María Sanguinetti cree que la integración en el Mercorsur supone un proceso de reconversión "análogo, pero no idéntico, al que vivió España cuando entró a la Comunidad Europea". "Tenemos un desafío económico y educativo fuerte. En los últimos años no hemos avanzado al ritmo de los tiempos. Y tenemos una reforma política e institucional por hacer. El Ejecutivo precisa mejor gobernabilidad; el Parlamento precisa más agilidad; el sistema electoral, que tiende a la fragmentación, y, en una palabra, tenemos que tratar de tener una democracia más eficaz".

No cree que la coalición con los blancos, que reciben los ministerios de Relaciones Exteriores, Defensa, Trabajo y Vivienda, haya obligado a renuncias programáticas esenciales. "Se trata de conciliar. Nosotros, con el Partido Nacional, no teníamos una diferencia de filosofía sino una diferencia de política, por ejemplo con relación a la industria, al programa social o de viviendas. Ahí tenemos algunas visiones diferentes. Diferencias de filosofía tengo con las corrientes marxistas. Lo que estamos buscando son adaptaciones y puntos intermedios". Que el Partido Blanco se haya llevado cuatro carteras fundamentales no parece preocuparle. "Pero fíjese que son carteras fundamentales en el ámbito político. En todo caso está claro que hay que conciliar. De lo contrario, no vamos a hacer nada. Con posiciones intransigentes y dogmáticas, los hechos demuestran que luego no se pueden llevar a cabo reformas. Si el Gobierno no puede hacer aquellas transformaciones necesarias para que el país tenga éxito en el proceso de integración en el Mercosur, entraríamos en una etapa de frustración y de crisis que sería imperdonable. Tendría repercusiones políticas y negativas para el país".

Sanguinetti niega, por otra parte, que las características del sistema bancario uruguayo hayan facilitado el lavado de dinero, y, por tanto, no cree necesario correcciones de fondo. "La libertad de movimientos financieros en Uruguay no significa una feria abierta en la que cualquiera puede hacer lo que le dé la gana. A veces se habla de cosas, pero el asunto en esta materia no es hablar, sino demostrar". "El tema del secreto bancario no es absoluto como se habla. En cuanto alguien puede presentar a un juez evidencias de posibles comisiones de delitos, entonces los jueces actúan", señala. "Tenemos una banca muy sólida, y nadie tiene temores sobre ella. En plena crisis mexicana, cuando en todos los lados se disminuían los depósitos, en Uruguay subían. Esto habla de un sistema financiero reputado y muy sólido. No hay necesidad de introducir grandes reformas".

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