El Louvre y el Prado desvelan con infrarrojos las dudas de los clásicos de la pintura
El museo francés inaugura un laboratorio que incorpora un acelerador de partículas
El Louvre acaba de inaugurar el Laboratorio de Investigación de Museos de Francia, único en el mundo y dotado con los últimos adelantos tecnológicos para el análisis completo de las obras de arte. La planificación de estas instalaciones, enterradas al pie del Pabellón de Flora, se emprendió ya en 1984 en el marco del proyecto del Gran Louvre. Su coste total, incluido el acelerador de partículas Aglae, es de unos 3.800 millones de pesetas. En España, el Prado tiene un laboratorio menos espectacular pero suficientemente equipado para su actividad actual, en el que se han hecho importantes descubrimientos en obras de Goya, Velázquez y El Bosco.
Con la ayuda de la radiografía es posible ver las distintas capas que se ocultan bajo la pintura mas superficial del cuadro. Un boceto descartado, un personaje borrado o, incluso, una pintura totalmente distinta sobre la que el pintor decidió realizar una nueva, pueden salir a la luz y revelarnos aspectos sobre el proceso de creación que hasta ahora sólo el artista conocía. Uno de los casos recientes más espectaculares es el del Museo Van Gogli de Amsterdam, que descubrió, tras un análisis de 130 obras del pintor, a una desconocida prácticamente terminada de Van Gogli, escondida bajo otra.El Museo del Prado tiene desde 1980 un laboratorio equipado para hacer todos los análisis que requieran las obras, informa Lejos del moderno local y el despliegue de medios del Museo del Louvre, el gabinete de conservación y restauración de la pinacoteca española realiza sus trabajos con sólo cuatro personas. Carmen Garrido, especialista en análisis radiográficos de las pinturas, considera que, aunque podría mejorarse y ampliarse el gabinete, disponen de medios adecuados para su trabajo. "Estuve en el laboratorio, del Louvre antes de su inauguración", dice, "y tienen todo tipo de equipos de. tecnología punta, que a ellos les sirven sobre todo para, sus piezas arqueológicas. Nosotros sólo tenemos pintura y escultura y realizamos la mayor parte de nuestros análisis a pie de Obra. Todo lo que se le pueda hacer a una pintura se le puede hacer aquí. No podemos estar transportando Las Meninas cada vez que necesitamos hacer un análisis".
Rastreo histórico
El gabinete cuenta con equipos de radiografía, reflectografía infrarroja, rayos ultravioleta, macro y microfotografía y lizadores de pigmentos. "El la boratorio hace también una la bor que está a medio camino entre la restauración y la conservación", continúa Garrido. Los estudios que pueden hacer de las obras suelen ser muy útiles para la documentación de cada una de las pinturas. "Con estos análisis los historiadores podemos rastrear la historia del cuadro, los materiales con los que se realizó, las técnicas del pintor, la forma en que se fue creando el original paso a paso".
Estos análisis científicos sirven a los historiadores para conocer en mayor profundidad todo el proceso creador, y en ocasiones revelan rasgos inéditos del pintor. Garrido ha hecho durante estos años estudios de la obra Goya, de Velázquez y, mas recientemente, de El Bosco. Las radiografías permiten sacar imágenes del interior de los cuadros, trazos que el artista decidió cambiar o, en casos, otras pinturas sobre las que el pintor decidió realizar un trabajo totalmente distinto.
Entré los más interesantes descubrimientos figura el de las Pinturas, negras de Goya, que originalmente fueron unos luminosos paisajes y que, con la progresiva depresión psicológica del pintor, se fueron oscureciendo y poblando de los inquietantes personajes que creó.
El trabajo más reciente de este gabinete es el que han realizado con la obra de El Rosco, y que ha permitido, por medio de los rayos X, desvelar algo más del universo oculto de este genial artista. "Acabamos de terminar un estudio sobre las pinturas de El Bosco, que revela los bocetos que hizo y que luego desechó", comenta Carmen Garrido. "Hay un dibujo subyacente muy característico suyo. Es como un comic, realizado con trazos de gran rapidez y modernidad".
Laboratorio sin vistas
El antiguo laboratorio del Louvre tenía una vista fabulosa sobre el Sena y el Pont-Royal. Ahora está enterrado al pie del Pabellón de Flora. Para iluminarlo se ha creado un patio de luz a través de tres sótanos. Aunque el espectáculo de los tejados de París y los barcos del río pertenece al pasado, no hay ninguna duda de que los investigadores del laboratorio, han salido ganando con el cambio: el espacio se ha multiplicado por cinco, el material es más moderno, las condiciones de trabajo son mejores. Hay cinco conservadores integrados en este laboratorio subterráneo.
La tarea que se le ha encomendado al director Jean-Pierre Mohen no, es fácil, porque el laboratorio está desgajado en tre el mundo de la cultura y el científico, dos universos que se han mirado con desconfianza mucho tiempo. Tradicionalmente, los conservadores confían más en sus conocimientos, sus archivos o incluso su buen ojo o su intuición que en los "técnicos" y sus máquinas. Por muy sabios que sean éstos y muy modernas que sean aquellas.
Las revelaciones que se logran con la ayuda de estos aparatos suelen dar muchas sorpresas a los investigadores. Le gobeur d'oursin (El comilón de erizos de mar), pintado en 1946 por Picasso, es un prodigio de disimulo. Tras el pescador de camiseta a rayas blancas y azules que se dispone a degustar el erizo que acaba de abrir con su cuchillo hay historia. La de un héroe de la Primera Guerra Mundial, el general Vandenberg, gobernador del Gran Líbano y fundador de los Amigos del Museo de Antibes, retrata do en uniforme de gala por un artista desconocido. Picasso, que por entonces carecía de medios, no dudó en apropiarse de ese cuadro histórico y recubrirlo con su propia creación.
A la luz de rayos X e infrarrojos, las obras inician una nueva vida. Nada escapa a la radiografía, que nos revela, bajo Le départ de Gambetta (La partida de Gambetta), de Nadar, expuesto en el Museo del Aire de Le Bourget, el retrato de una mujer. Bajo Los tejados rojos, de Camille Pissarro (Museo de Orsay, París), hay un probable retrato del doctor Gachet.
Copyright Le Monde / EL PAÍS.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.