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La huella digital química

El acelerador de partículas Aglae empezó a funcionar en 1989 en los sótanos del Laboratorio de Investigación de los Museos de Francia (LMRF). Es una instalación única en el mundo que, gracias a haces de iones, permite obtener -frecuentemente de forma no destructiva- la "huella digital química" de una obra de arte, una escuela o una época. Donde, con los aparatos antiguos, sólo se veía hierro y potasio, sin conocer siquiera su dosis exacta, Aglae levanta el velo y llega al secreto de las recetas. "Estamos encantados", dice entusiasmado Jean-Michel Dupouy, director adjunto del LRMF. "Los escépticos nos tenían en su punto de mira, pero estamos ganando la partida". En este terreno y en otros menos espectaculares pero con resultados igual de excelentes.Así ocurre con el trivial microscopio electrónico, que descompone el arte de los grabadores del periodo magdaleniense (desde 17.000 años antes hasta 10.000 años atrás), o con la termoluminiscencia, que permite fechar las terracotas y para la que Anne Boquillon y Guirec Querré tuvieron que convencer de la utilidad de sus herramientas. Algunos todavía se muestran reticentes. Otros han dado el paso, conscientes de que es en laboratorios semejantes don de ha sido posible confirmar que algunas de las tejas vidriadas de la catedral de Meaux eran originales, con una antiguedad de 700 años. También es ahí donde Anne Boquillon y Guirec Querré pudieron demostrar que tres cuartas partes de los troqueles galo-romanos del centro de Francia eran obra de falsificadores del XIX.

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